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El comandante en su laberinto

Homo Urbanis
Por

lunes 7 de agosto de 2006 12:41 COT

POLICROMIA

Comienzo por aclarar que no soy experto en temas internacionales, ni mucho menos en la revolución cubana, pero tengo elementos de juicio posiblemente interesantes que me permiten ofrecer una óptica más, dentro del espectro de opiniones que con motivo del reciente problema de salud del comandante Fidel se están dando a borbotones.

Uno de los efectos más nocivos de la guerra fría es el engendro de una mentalidad colectiva en blanco y negro. Crecí en el pequeño y parroquial mundo de la Bogotá de los años sesenta, con la imagen ‘gloriosa’ del Frente Nacional, el Crem Helado, Cochise Rodríguez, El Club del Clan, el pasaje de los hippies y los íconos universales de Juan XXIII, John F. Kennedy, Nikita Kruschev y claro, Fidel Castro. Los dos primeros eran buenos y los otros dos malos. Así de fácil. Eso mismo ocurría en la política local: mientras vivíamos la época del estado de sitio y el toque de queda, amparados con el báculo del Cardenal Concha Córdoba y la tinta de El Tiempo, Guillermo León Valencia, y los primos Lleras Camargo y Lleras Restrepo eran ilustres prohombres mesiánicos, mientras que Gilberto Vieira representaba al mismísimo demonio hecho hombre.

Curiosamente, el general Rojas Pinilla gozaba entonces de los dos estatus, dependiendo de la recordación familiar que se tuviera de sus años de gobierno. Mi padre era y sigue siendo rojista (a pesar de la muerte del general hace más de treinta años) y eso me ha brindado, aparte de una gran lección sobre el valor de la lealtad a los ideales, la oportunidad de formarme intelectualmente por fuera de los cánones intelectuales de mis amigos de infancia y juventud, todos ellos amarrados al bipartidismo tradicional colombiano, como correspondía a nuestro medio social. Con este antecedente, he mirado siempre cuidadosamente a los hombres y sus hechos, tratando de no incurrir en prejuicios ni odios de transmisión socio-generacional, como resulta ser el anticastrismo.

Admiré desde muy niño a Fidel Castro y su revolución porque representaban para mí un ejemplo de justicia social e igualdad (aún creía en ella). Eso me alejó siempre de los corrillos donde se repetían chistes y anécdotas, que más que humor, destilaban hiel contra el gobernante caribeño. La verdad es que tanto ellos como yo desconocíamos cabalmente la realidad de la isla y basábamos nuestra posición personal en un imaginario de segunda mano, como suele suceder con tantas cosas.

Mantuve por mucho tiempo la idea que acabo de describir, hasta que la vida me dio la oportunidad de conocer de cerca la realidad de Cuba. En 2003 me hice acreedor a una beca del BHSF para estudiar la política de vivienda cubana, cuyo programa Arquitecto de la Comunidad fue ganador del premio Hábitat Mundial. En desarrollo de tal beca conocí la Cuba que no ven los turistas, hablé con los cubanos que no entrevistan los medios y conocí realidades que no se ven en una encuesta. Todo esto cambió mi opinión de alguna manera.

 
LA CUBA QUE CONOCÍ
Dignidad. Es el adjetivo que primero se me viene a la mente para definir a Cuba. Podrían seguir dos más, terquedad y ceguera, pero prefiero recordar el más positivo de los tres. De alguna manera el cubano es un argentino con acento costeño. Si hay algo que ellos no puedan hacer, no lo conocen. Quienes defienden el régimen, lo hacen con valentía y convicción, quienes lo atacan lo hacen con resentimiento. Pero la verdad sea dicha, los defensores no son mayoría clara frente a los opositores. Se siente mucho inconformismo, especialmente entre los jóvenes. Llama la atención que las principales preocupaciones y frustraciones de estos muchachos, nacidos dentro del régimen castrista, consistan en banalidades como la dificultad de poseer un par de bluyines Levi’s o la imposibilidad de comer una espantosa hamburguesa McDonald’s.
 
A este punto ha llegado la inevitable infiltración publicitaria del capitalismo, cuando desdeñan los logros colectivos de su sistema y decaen en su empeño por sacarlo adelante, como hicieron sus padres y abuelos. Esta penetración cultural tiene una explicación, y es el pésimo manejo de la comunicación social, que recuerda los peores años del comunismo en la URSS. La conexión a Internet y las comunicaciones de larga distancia tienen una censura oficial en la práctica, pues son excesivamente costosas para un cubano (y caras y deficientes para el visitante), el celular prácticamente no existe y la televisión y la radio son medios por los que el gobierno intenta presentarles diariamente a los cubanos un mundo irreal, con la magia de la edición y el trucaje.
 
Pero es bien importante hacer claridad en que para opositores y seguidores del régimen, la palabra Cuba no se pronuncia sin acompañarla del nombre Fidel. La suya es una figura más que paterna, patriarcal, pues para mal o para bien, es él quien ha hecho de Cuba lo que es hoy, con tanta fuerza y pasión, que su mención es imprescindible al tocar casi cualquier tema en la isla, de la que todos hablan con inocultable orgullo.
 
Existen tres categorías de ciudadanos claramente definidas: los que trabajan directamente en el alto gobierno, los que se destacan como científicos, artistas o deportistas y los demás cubanos. En este último grupo es evidente la lucha por ubicarse en trabajos que tengan contacto con el turismo y el dólar. Aunque la mayoría de cubanos son profesionales, un mesero en un buen restaurante o un botones en un hotel lujoso tienen mejores ingresos que un médico o un arquitecto. Con excepción de los activos propios de las inversiones extranjeras (principalmente españolas y venezolanas) en Cuba todo pertenece al Estado, desde el gran hotel Nacional, pasando por el Coppelia, hasta el último cocotaxi o puesto callejero de frutas. Y del Estado depende el empleo, que en la isla es pleno, pese a la queja generalizada de su baja remuneración. Por tal razón puede decirse que todos los cubanos trabajan en empleos oficiales, pero existe un estatus más alto para quienes detentan cargos en la burocracia propiamente dicha. Por lo general no ganan más, pero poseen prerrogativas y privilegios que allí valen mucho.
 
Por ejemplo, un alto empleado posee un Lada 94, negro brillante y limpio, un empleado gubernamental de rango medio el mismo Lada pero gris opaco y sin lavar. Los demás vehículos ‘particulares’ son en su mayoría los llamados “almendrones”, carros americanos de los años 50’ y 60’s, que milagrosamente funcionan. El turismo tiene en cambio a su disposición taxis, buses y carros de alquiler de marcas reconocidas y modelos recientes o nuevos.
 

LOGROS VISIBLES
Se requiere poco tiempo para constatar el cubrimiento real que tiene la población en materia de educación, con el simple trato con los isleños. Desde la primaria hasta los postgrados, este derecho gratuito es mirado más como un deber de todo ciudadano. Es fácil y corriente encontrar personas con dos y tres carreras, como difícil encontrar a alguien que no tenga alguna especialización o doctorado. No obstante el bajo nivel de calidad de vida (desde la óptica nuestra), viven orgullosos de su educación y la valoran abiertamente. No existe analfabetismo y el nivel académico es exigente por igual en toda escuela o centro educativo.
 
Otro gran triunfo de la revolución es la medicina. Su cubrimiento es también total, gratuito y de alta calidad, pese a los precarios medios con que se ejerce. Para un cubano cualquiera es difícil creer que por falta de dinero, en un país como Colombia mueran dos niños diariamente o se deje de tratar una enfermedad grave a quien lo requiere; como difícil de creer para ellos es que en nuestro país haya gente muriéndose textualmente de hambre.  
 
El cubano es un pueblo que ha sabido resistir estoicamente las consecuencias políticas que se derivaron de la oposición de su régimen político al dominio de los Estados Unidos. Una actitud de honor que ningún otro país tercermundista haya iniciado jamás con éxito y que Cuba intentó llevar adelante a través del socialismo, como un moderno David contra el gigante Goliat.
 
En el camino de esta lucha Fidel cometió seguramente varios crasos errores, como fue la exportación de su revolución a otras naciones (incluida la nuestra) cuando el principal argumento para defender a Cuba y solidarizarse con esta era y es el de la autonomía y el libre ejercicio de la soberanía nacional. Pero lo cierto es que el relativo fracaso de la revolución cubana se debe más a una posición intransigente de la nación más poderosa del mundo a permitir que otros pueblos intenten un nuevo sistema social, que a la demostración científica de que el hombre moderno esté condenado a vivir en una sociedad capitalista y de consumo.  
 
La vida en La Habana tiene limitaciones (para nosotros) que se hacen menos graves a medida que nos alejamos de la capital. A pesar de carecer de una infraestructura de servicios cómoda y de una señalización adecuada, las vías a lo largo del país se encuentran en buen estado. Las viviendas rurales han sido reforzadas para soportar huracanes y las nuevas se han construido con especificaciones tan exageradas que parecen verdaderos dados de concreto. Hay tugurios en La Habana y en Santiago, aunque los esconden cuidadosamente al turismo. Pero no hay hogar sin techo, ni viviendo en zonas de alto riesgo o insalubres, como sucede en Colombia. Comparte con nosotros la tristeza de tener desplazados, pero la mayoría de los suyos está en Miami y en España. Otros lamentablemente han sido desplazados definitivamente de este mundo, en uno más de los errores fatales cometidos por Castro en el pasado, los fusilamientos.

 
LOS TIEMPOS CAMBIAN
A comienzos de los años 90 Cuba vivió una de sus peores etapas, el recrudecimiento del embargo comercial impuesto por Estados Unidos desde la crisis de los misiles en los años sesenta, esta vez a causa de la participación de sus tropas en revoluciones ajenas, como la de Angola. Era la época en que su territorio se prestaba para el entrenamiento de ejércitos insurgentes de todo el mundo (entre ellos FARC, ELN y M-19).

Pero la consigna para salir de la terrible depresión fue precisamente abandonar la injerencia en otros países, menguar la beligerancia política y dedicarse a la explotación del turismo. Una economía basada en la producción y exportación de bienes de consumo, como la pensó Fidel inicialmente, estaría actualmente en aprietos, pues la fama de Cuba ha sido lograda con productos de dudosa aceptación masiva hoy, en una aldea global en vía de depuración. Los finos habanos y el buen ron tienen gran resistencia médica y el azúcar igualmente está siendo sustituida mundialmente por otros edulcorantes. De manera que la industria sin chimeneas ha sido un buen planteamiento en el aspecto económico.

 
El lunar de esta apertura al turismo lo constituye el contraste del nivel de vida de sus nacionales con el de los visitantes, lo cual se pone de presente en el impresionante aumento de la prostitución y la mendicidad. En La Habana muchas mujeres se ofrecen por doquier y muchas personas se acercan a pedir un dólar a cambio de algún favor o simplemente de nada. Estas actividades son ejercidas por una masa de gente considerada como un lastre social, pero que escapa al control de las autoridades. Una de las razones de la revolución cubana fue la de dejar de ser el burdel de los estados unidos y si en algo insistió el socialismo por mucho tiempo fue en el desprecio por el dólar y por el Tío Sam. Resulta irónico que se haya llegado finalmente a un espectáculo en contrario como el que se da en las calles día tras día.
 
En Cuba existen, no una, ni dos, ni tres, sino cuatro monedas: El peso cubano, para comprar los baratos y muy malos productos de la canasta familiar, tras interminables filas (las familias reciben una libreta de bonos mensual para sus compras básicas), el dólar oficial que se compra y vende en el banco (solo hay un banco), el dólar negro que es el que ingresa a la isla por el turismo, y el peso convertible, que curiosamente es un billete paralelo impreso por el gobierno.

 
UN POCO DE ANÁLISIS Y FUTUROLOGIA
Estando allí, el interrogante sobre la transición y el relevo tiene pronta respuesta. La preparación no solo de Raúl Castro para asumir el cargo de Fidel, sino de muchos personajes, todos muy familiarmente relacionados y cercanos a la silla del poder, es un hecho y se viene estructurando hace ya más de un lustro. La transición comenzó precisamente con la apertura al turismo, con las consecuencias malas que anoté antes, pero con una recuperación económica necesaria y justa, que los libró literalmente de la muerte.
 
Tildar al régimen de Cuba como una dictadura totalitaria es un gran error, pues su sistema democrático para la toma de decisiones importantes y la elección de líderes populares dentro el gobierno no tiene tacha en la gente del común. Nadie habla de fraude ni manipulación de la opinión y están convencidos de que el sistema no puede poner en juego su estabilidad, confrontándolo con tesis contrarias, cuando en la práctica no existe ninguna alternativa realmente constituida ni liderada. Pese a todo lo que se diga, el sistema democrático que conocí en Cuba funciona tan bien o mejor como puede funcionar la utopía del gobierno del pueblo en cualquier otro país, en la medida en que en la isla hay verdaderamente un solo pueblo y puede decirse que está en el gobierno. Lo demás les corresponde decidirlo a ellos, y solo a ellos.
 
Mientras subsistan el bloqueo económico y el embargo es difícil soñar con una isla próspera y una economía sana, pero lo más aterrador es la coexistencia de dos mundos de pensamiento tan contrario. Al término de un viaje de placer por toda la isla, coincidí con mis compañeros de aventura, (tres uruguayas y un brasilero) en que Fidel y Cuba se encuentran en un laberinto casi ciego, en el que se han adentrado por casi medio siglo. Teniendo en cuenta las presiones que desde el exterior se alientan, la salida de este laberinto fácilmente podría causar una cruel guerra civil.
 
Si bien la figura de Fidel no ofrece resistencia hasta el punto de una rebelión popular, como lo demuestran todos estos años de revolución, no es clara la aceptación de un sucesor suyo nombrado arbitrariamente, especialmente cuando se encuentra sobrevolando la isla un escuadrón de buitres que en sus alas llevan pintada la sigla C.I.A.

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15 comentarios a la entrada “El comandante en su laberinto”

  1. Julián Ortega Martínez
    lunes 7 de agosto de 2006, 14:32 COT
    1

    Buena crónica-análisis-semblanza. Lástima el título tan “garciamarquecista” y trillado. En fin…

  2. Julio Suárez Anturi
    lunes 7 de agosto de 2006, 15:40 COT
    2

    Si como dices, Guillo, que solo hay una versión oficial en los medios de comunicación y prácticamente todo el pueblo trabaja para el gobierno, me suena a que no es tan “sistema democrático” el cual “funciona tan bien o mejor como puede funcionar la utopía del gobierno del pueblo en cualquier otro país”. Aunque, con un poco de sentido común se podría pensar que lo interesante es lo que viene, no lo que se extingue en este momento. Grata lectura, eso sí. Abrazo.

  3. Marsares
    lunes 7 de agosto de 2006, 16:59 COT
    3

    Buena entrada, muy buena entrada, Guillermo. Un análisis serio y ponderado. Recuerdos de quien tuvo la oportunidad de vivir a Cuba. Testimonio importante en este momento de crujir de dientes o carnaval desenfrenado. Pero, a pesar de todo, sigo considerando que el modelo económico añoso, con olor a naftalina, la economía centralmente planificada, que hizo del bloque soviético un monumento a la ineficiencia y el atraso, fue una de las causas que hicieron languidecer la revolución cubana.

  4. Daniel
    lunes 7 de agosto de 2006, 17:21 COT
    4

    Qué buena entrada Sentido Común, valioso y oportuno conocer ese retrato de alguien que tuvo la oportunidad de vivir un tiempo en el régimen cubano y ver cómo funcionan las cosas. El debate planteado por Marsares está más que abierto, pues ese modelo “lánguido” ha dado unos logros que ningún otro modelo “vital” latinoamericano puede ofrecer. De hecho, al comparar dichos logros con Colombia, por ejemplo, vale la pena preguntarnos a qué han estado jugando nuestros gobernantes durante el mismo tiempo de la Revolución. Diría que no hemos salido del Monopoly. ¿Cómo y cuánto sobreviviría Colombia un embargo como el que padecen los cubanos? Si la muerte de Fidel ha de servir para algo, ojalá sea para terminar ese infame embargo. ¿Cuál es la responsabilidad de los países latinoamericanos por no darle la mano a los cubanos con el comercio en el mundo globalizado? De esto poco o nada hablamos…

  5. Julio Suárez Anturi
    lunes 7 de agosto de 2006, 21:17 COT
    5

    En el entendido, Guillo, de que equinoXio es un foro, un punto convocante, un lugar de opinión y diálogo, te quiero hacer una pregunta que omití en mi comentario anterior y espero recibas como parte de este delicioso intercambio enriquecedor: ¿Por un instante, pensaste en quedarte en Cuba? Si es sí, ¿por qué no lo hiciste? Y si es no, ¿por qué no?
    Abrazo.

    PD.-En los distintos planteamientos, merece verse:
    http://www.equinoxio.org/destacado/la-revolucion-marchita

  6. Sentido Común
    martes 8 de agosto de 2006, 01:33 COT
    6

    Julián: Gracias y lo de garciamarquismo me halaga. (Gabo es una gran figura en la isla). Si lees bien el final te darás cuenta que la conclusión origina el título.

  7. Sentido Común
    martes 8 de agosto de 2006, 01:57 COT
    7

    Julio: A mi modo de ver, la utopía del gobierno del pueblo, o democracia que llaman, funciona mejor en Cuba que en Colombia, en razón a que allí sus logros son para TODO el pueblo, mientras que en nuestros países a la hora de las grandes decisiones priman los grupos económicos de poder.

    Marsares: Gracias. Lo que anotas es una verdad de a puño. El paquidérmico andamiaje de la antigua URSS aún se hace sentir y justamente la caida del comunismo reventó la burbuja en que vivía Cuba, un mundo de subsidios y precios ficticios. Pero el guayabo fue peor entonces cuando Estados Unidos les quiso estrangular intensificando el bloqueo. Sin esta medida, hoy la isla tendría como mínimo las condiciones de Puerto Rico o Jamaica. Pero el lobo feroz no dejará de soplar hasta ver que el rancho caiga.

  8. Sentido Común
    martes 8 de agosto de 2006, 02:14 COT
    8

    Gracias Daniel: La verdad es que la América latina podría y debería estar unida en torno a ideales comunes, como el respeto a la soberanía de cada nación y la solidaridad entre todas. Pero existe un mal vecino que divide para reinar y algunos paisitos que marchan obedientemenmte hacia donde este les indica, incluso apoyando las invasiones y guerras de su Amo.

  9. Sentido Común
    martes 8 de agosto de 2006, 02:24 COT
    9

    Julio (2): No te preocupes por picarme la lengua, jeje. Te cuento que sí, claro que se me pasó por la mente irme a vivir en ese paraíso y de hecho lo haría algún día. ¿Una razón para no haberlo hecho? Bueno, las cosas no son fáciles cuando estás bien establecido en un sitio, conoces el medio y te conocen profesionalmente. En mis planes está conectar parte de lo aprendido en la beca del BSHF con el medio colombiano, alguna vez te contaré cómo.

    Por lo pronto quiero volver próximamente. Amo esa isla (y qué música!).

    Un abrazo.

  10. Rana
    mircoles 9 de agosto de 2006, 19:47 COT
    10

    Cuba divina y digna, si. Tanto como el acento biografico maravilloso de Sentido Común, en un post que merece son de fondo, y brindis con Habana Club 7 años.

  11. Julio Suárez Anturi
    mircoles 9 de agosto de 2006, 21:40 COT
    11

    Me expresé mal, entonces, Guillo, porque no era cosa de picarte la lengua, sino de saber por boca de alguien que ha estado allá, y no solo de turismo en Varadero. Me agrada que quieras transferir cosas buenas a Colombia, las que me encantaría saber. Y de la música ni hablar, que me resuena en cada célula. Abrazo.

  12. Sentido Común
    mircoles 9 de agosto de 2006, 21:48 COT
    12

    Gracias Ranasa, toda una sorpresa deliciosa encontrar mensajito tuyo y tan
    rico como el beso de una cubana. Te cambio el ron por unos mojitos bien
    preparados, a lo Hemingway. Cuídate y sería deli verte en lo de Caro (no se aceptan excusas).

  13. Sentido Común
    mircoles 9 de agosto de 2006, 21:56 COT
    13

    Julio: Por andar de boca picada olvidé agradecerte el oportuno link al artículo de Marsares “La revolución marchita”. Lo que sí espero es haber respondido a tu pregunta…¿o no?

  14. Carlos Martinez
    jueves 10 de agosto de 2006, 04:37 COT
    14

    Se te nota en todo que adoras Cuba. Yo también y coincido en casi todo. Esos pajarracos de mal agüero con la CIA pintada en sus alas…¿por que no los barrerá un huracán?
    Tanto presumir de democracia como lo mejor y tienen a ESO al frente…Por que no les hacen antes un test de idoneidad ó aptitud como en cualquier trabajo “capitalista”. Y se les manda al paro en cuanto no cumplen…
    Bueno, perdona que acabo de llegar y me he enrrollao de más y el sitio es tuyo.

  15. Sentido Común
    jueves 10 de agosto de 2006, 14:11 COT
    15

    Carlos: Gracias por el comentario y no te preocupes que equinoXio es un foro abierto y este sitio es tan tuyo como mío. Enrollate siempre que quieras.



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