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Paradojas cubanas

Artículo destacado Por: Daniel Ramos

29 de Diciembre de 2014

Obama y Raúl Castro

Una de las grandes paradojas cubanas que desconcierta a los analistas de todo el mundo, en especial a los estadounidenses, es la que se ha dado en llamar la paradoja sanitaria cubana: ¿por qué siendo Cuba una nación tan pobre tiene una expectativa de vida tan alta, a la par de las naciones del Primer Mundo? De hecho, la expectativa de vida en Cuba es –por poco– más alta que en los EUA.

Entidades científicas como el Instituto Nacional de la Salud estadounidense o la Sociedad Americana de Sociología concluyen sin problema que son éxitos de la política de salud pública del régimen cubano de la cual se pueden aprender varias lecciones. A estas cabría agregarles el análisis categórico de un amigo cubano: “No tenemos ni McDonald’s ni Burger King, las armas de destrucción masiva silenciosas del Imperio”. Probablemente el INS estadounidense también estaría de acuerdo.

Otra paradoja es la de los Derechos Humanos: en este momento, el mayor violador de los DDHH en Cuba es los Estados Unidos, como quedó certificado con las denuncias de las torturas cometidas por la CIA con los prisioneros en Guantánamo. ¿Cómo se explica que la nación que sostiene como pilar del embargo a Cuba la violación de los derechos humanos por el régimen de los hermanos Castro sea la que tiene el peor registro de violaciones en la isla? Quizás consciente de esta paradoja el presidente Obama se ha propuesto terminar con Guantánamo –con magros resultados, por cierto.

Analistas internacionales como Moisés Naím y el nobel Vargas Llosa coinciden en señalar que la crisis venezolana (y su predecible agudización con el desplome del valor del petróleo en el mercado) es el aliciente principal para que Cuba mire hacia Estados Unidos y deje de depender de Venezuela. Lo que Yoani Sánchez llama Goliat al rescate de David. Pero si el fin está tan cerca, ¿por qué no dejar que finalmente el régimen colapse? Porque hay dos factores que no mencionan o consideran Naím ni Vargas Llosa: la creciente presencia de los chinos en Cuba y el temor de los Estados Unidos a terminar aislada por la tozudez del embargo, el temor a que les suceda en América Latina lo que les está pasando en Europa con el creciente reconocimiento del Estado Palestino por diferentes países europeos.

Un tercer factor, de mucho peso, es la conciencia que tienen los cubanos sobre los logros importantes del Estado en especial en materia de educación y salud. Aparte de la mencionada paradoja sanitaria, los cubanos son muy conscientes de que sin la política de educación pública la gran mayoría de ellos no tendría acceso a niveles de educación superior como le sucede a la población de escasos recursos en el Tercer Mundo. Son dos beneficios concretos que pesan bastante en la balanza al evaluar el sistema… y resistir.

En 2006 publicábamos en equinoXio la crónica utópica sobre el fin del embargo en Cuba liderada por la presidenta Bachelet. Lejos estábamos de imaginar que ella sería reelegida justo en este período: ¿será ella quien lidere la revuelta latinoamericana contra el embargo estadounidense, la líder que le dé el puntillazo final? En abril de 2015 tendrá lugar una nueva Cumbre de las Américas: podría ser el escenario ideal para que si EUA no lo hace, los demás países americanos digan que terminan con el embargo a Cuba. El tiempo se le acaba a Obama.

Elecciones 2014: dos bestias y media

Artículo destacado Por: Daniel Ramos

26 de Mayo de 2014

Elecciones en Colombia

Ante la escasez de programas políticos serios y creíbles en estas elecciones, los observadores políticos nos vemos limitados a analizar tendencias de voto. Desde mi punto de vista lo que se ven son dos grandes bestias y media:

 

Bestia 1: el Abstencionismo

El mayor logro de la clase política colombiana ha sido convencer a la gran masa de electores (60%) de que votar no sirve para nada, de que su voto no va a cambiar la corrupción o la repartición del poder entre políticos. Gracias a la abstención la financiación de las campañas se puede mantener a un precio relativamente bajo aunque lo suficientemente costoso para que solo esté al alcance de quienes perpetúan el statu quo. Porque sin el apoyo de los grandes medios (léase, los medios de los cacaos) ninguna campaña política tiene posibilidad alguna de éxito.

El único síntoma positivo en estas elecciones respecto al abstencionismo es el voto en blanco (7%): parecería ser que lentamente está calando la idea de que lo importante es participar, no abstenerse de hacerlo, así sea para votar en blanco.

 

Bestia 2: Fin de la guerra o guerra sin fin

“Soy un héroe, soy un patriota”, decía el hacker Andrés Sepúlveda basado en el convencimiento de que la combinación de todas las formas de lucha es válida para acabar con las Farc (o las Far para no herirles susceptibilidades). Para ese sector de la población –que votó mayoritariamente por Zuluaga— es claro que la paz se puede lograr por la vía armada. Los golpes al Secretariado de las Farc demuestran que ese es el camino para vencerlas. Desde ese punto de vista, el video de Zuluaga refuerza el mensaje de que los diálogos en La Habana son de nuevo, como en el gobierno Pastrana, un refugio para rearmarse de las Farc. Cuando Sepúlveda le dice a Zuluaga que el Ejército sabe dónde y cómo están Romaña y Timochenko pero que es Santos quien tiene frenados los operativos contra ellos, refuerza la idea de que hay que golpear a las Farc hasta su rendición –y Santos es el obstáculo para hacerlo ahora.

En la otra orilla se encuentra el presidente Santos, el capo del cartel de la mermelada. Para quienes dudan de su mano dura, apenas hay que recordar los golpes que como ministro de Defensa le dio a las Farc. Pero no se puede olvidar que ya entonces demostró sus habilidades con la mermelada, cuando con la Operación Conejo embriagó a César y Gafas con el aroma de cien millones de dólares. Esa máxima de que todos tienen un precio ha sido explotada al máximo por Santos: ahora es el turno del Secretariado en La Habana. Los electores proguerra se escandalizan con todo lo que les está ofreciendo Santos a las Farc en Cuba, pero olvidan convenientemente de que es pura mermelada. Como en la Operación Conejo, lo importante es lograr su desarme y luego dejar que el sistema político colombiano se las fagocite. Porque si hay algo más efectivo que las Fuerzas Armadas son las cloacas del Congreso de Colombia. Además, si las Farc no ha logrado financiarse con el apoyo popular sino con el secuestro, la extorsión y el impuesto al narcotráfico, ¿cómo va a subsistir en la vida civil?

 

Media bestia: Las Farc y las alternativas políticas

Aún así, las Farc tendrá de nuevo un papel fundamental en la segunda vuelta. Pero no como su Secretariado cree, es decir, no porque sean un actor político esencial sino porque son un problema a resolver. El dilema Santos vs Zuluaga es si se las acaba por la vía del diálogo o la armada, no por la necesidad de abrirle espacio a una fuerza popular que no puede seguir sin representación.

En otras palabras, las Farc vuelve a alimentar al uribismo y su candidato Zuluaga, posponiendo la opción de que las otras fuerzas que se llevaron el 45% de los votos de la primera vuelta puedan consolidar ideas políticas alternativas a la guerra y el clientelismo. En realidad es este 45% de los votos (y parte del 25% de Santos) el que debería motivar a las Farc a dejar la vía armada y concentrarse en cómo consolidarse en una alternativa política seria: su falta de credibilidad es lo que más causa suspicacia entre los colombianos. El 2014 tiene entonces el potencial de ser el punto histórico en que las Farc renuncia a las armas y se la juega a sobrevivir y triunfar en la política colombiana, abriendo espacios a otros discursos políticos más allá del conflicto o de ser una nueva oportunidad para todos los generales que creen que están, ahora sí, ante el fin del fin de la guerra. Es esta tendencia la que permite, en todo caso, que una campaña tan pobre políticamente sea determinante para la historia del país.

Avanza por buen camino el proceso de paz con las FARC

Artículo destacado Por: Marsares

9 de Noviembre de 2013

Para estar de acuerdo o en desacuerdo con el proceso de paz, conviene antes que nada saber si es cierto que se está entregando la institucionalidad a los alzados en armas y si se pretende cambiar el modelo de país como lo señala el ex presidente Uribe. Un buen ejercicio es analizar el segundo punto de lo acordado en La Habana.

Representación política

Sobre la mesa se plantearon dos interpretaciones. El gobierno consideró que son los partidos políticos y sus representantes elegidos por voto popular los encargados de representar al pueblo. Las FARC plantearon en la mesa que eran más representativos los movimientos sociales.

Si miramos que los órganos de representación popular apenas tienen un 40% de votación y un gran porcentaje de ellos son ganados a través de los cacicazgos regionales con su carga de corrupción y manipulación del elector, no podemos menos que estar de acuerdo con la nueva visión.

Y si a esto le agregamos que las reivindicaciones de los últimos tiempos fueron peleadas por movimientos sociales como los de la Dignidad, o como las mingas indígenas o la MANE en el contexto universitario, pasando por alto incluso los gremios que dicen representarlos, la razón se refuerza.

Lo complicado del asunto es que no puede convertirse en una patente de corso para que se atomicen las protestas multiplicando dichos movimientos, por lo que la tarea es establecer qué movimientos sociales son realmente representativos y hasta dónde puede llegar su injerencia en la política institucional.

Se pactó que esto se definirá en el Estatuto de la oposición, con la participación de los partidos políticos, incluyendo el que funden las FARC, de acuerdo con las reglas de la democracia. Es decir, se discutirá y aprobará después de debatirlo de cara al país. Buena propuesta a la que le han sacado el quite en el pasado.

Participación política

Se pactaron varias garantías para que los movimientos sociales puedan participar en política. La primera es una legislación que los ampare y que deberá ser discutida con ellos. Lo segundo, son los medios para hacer conocer sus propuestos a través de canales masivos como la televisión o la radio. Lo tercero, formar parte de veedurías que ejerzan control a los gobernantes.

También se acordó que tengan la posibilidad de participar en la elaboración y seguimiento de los planes de desarrollo local, integrando los consejos territoriales de planeación, y, finalmente, hubo acuerdo en los “apoyos especiales” a los nuevos movimientos y partidos políticos.

Circunscripciones transitorias especiales de paz

Es obvio que si se quieren cambiar las armas por los votos para hacer política, hay que darles a los desmovilizados facilidades para que puedan integrarse a los cuerpos colegiados de representación popular. Ya se hizo en el proceso de paz llevado a cabo en el gobierno de Betancur e igual en la desmovilización del M-19, varios años después.

De esto se tratan estas circunscripciones que buscan integrar al país a las regiones más golpeadas por el conflicto armado y por el abandono estatal, en las que se supone tiene mayor fuerza la subversión. Estas tendrán sólo un período determinado para elegir “representantes adicionales con unas reglas especiales”.

Si miramos los últimos conflictos sociales que este año conmovieron el país, estas circunscripciones podrían dar cabida, por ejemplo, a candidatos de la Mesa campesina del Catatumbo o de las mingas indígenas del Cauca, lo que supondría una profunda modificación de nuestro vetusto sistema electoral con participación directa de la gente en el desarrollo del país. Democracia participativa en su más pura expresión.

Dejación de las armas

Pero hay un requisito esencial para que todo esto tenga una feliz culminación y es que las FARC deben dejar las armas y aquí es importante señalar un cambio en la postura de la subversión. Aunque ante los medios algunos de sus jefes afirmaron que no iban a dejarlas sino en forma gradual, el acuerdo supone el desarme total antes de ingresar a la política.

Lo aplazado

Lo referente específicamente al tránsito de las FARC a un movimiento político legal y de que accedan a cargos de representación popular en condiciones especiales, quedó para ser discutido en el punto tres de la agenda, que es cuando se especifique el cómo y el cuándo se darán la dejación de las armas y la incorporación plena a la vida civil de los insurgentes.

No se acordó como lo querían las FARC, el contenido del Estatuto de la oposición. A cambio se pactó convocar a un evento en el que partidos y movimientos políticos integren una comisión que “defina los lineamientos del estatuto de garantías para los partidos que se declaren en oposición”. Esta comisión convocará un foro para que brinden sus opiniones los expertos, las universidades y las organizaciones sociales.

Finalmente, se aplazó para después de la firma del acuerdo final lo atinente a las reformas electorales, delegando en una misión de expertos la “revisión integral de la organización y el régimen electoral y, sobre la base de las mejores prácticas nacionales e internacionales, presentar recomendaciones para hacer los ajustes normativos e institucionales correspondientes.”.

Los primates de la guerra

¿Darle mayor participación a los movimientos sociales, garantizar a la oposición las mejores garantías para ejercer su labor fiscalizadora de los gobernantes, procurar que las zonas más golpeadas por la violencia tengan en una primera etapa condiciones especiales para sus representantes en los órganos de elección popular, es entregar la institucionalidad del país?

Es claro que darle mayor injerencia a los movimientos sociales que no se sienten representados por ningún partido político como la MANE, por ejemplo, es motivo de rechazo por quienes construyeron un país jerarquizado de castas y privilegios, donde sólo unos pocos, dueños de vidas y tierras, decidían el destino del país, es decir el destino de ellos, en detrimento de la mayoría.

Explicable que nos hayamos convertido en uno de los países más inequitativos del planeta, con una pobreza escandalosa y una violencia que avergüenza. Cambiarlo los afecta, por supuesto. Es el siglo XIX aferrado al pasado ante el ímpetu del siglo XXI donde ellos, como los dinosaurios, apenas quedarán como un referente anacrónico que sólo tiene cabida en el museo de la historia.

La tarea es gigantesca y llena de escollos y de odios, de intolerancia y resentimiento, de perversos intereses y desconfianza mutua, pero había que dar el primer paso del largo camino hacia la paz.

Diálogos de paz: por una salida digna

Artículo destacado Por: Daniel Ramos

14 de Octubre de 2013

Foto: Ernesto Mastrascusa (EFE)
Ricardo Téllez, negociador de las Farc. Foto: Ernesto Mastrascusa (EFE).

El próximo viernes dieciocho se cumple un año del reinicio de los diálogos de paz con las Farc. El balance de lo logrado hasta ahora es magro: apenas un acuerdo sobre el primer punto de la agenda de seis original. El presidente Santos y el jefe negociador De La Calle culpan a las Farc por la lentitud en el proceso. ¿A quién sorprende esta demora?

No al alcalde Gustavo Petro, a quien el ritmo le parece “normal. Si tenemos seis décadas de guerra no podemos esperar que en un mes se acabe” (fuente). Una respuesta normal del Alcalde teniendo en cuenta la conocida lentitud en su gestión. Lo cierto es que han pasado ya doce meses y aún el mismo Petro tiene mucho más que mostrar que la mesa de negociación de La Habana.

La verdad es que no hay de dónde esperar un ritmo o una voluntad mayores de parte de las Farc. ¿Qué ha cambiado en la guerrilla durante los últimos diez años para negociar ahora sí la paz? Ideológicamente, nada o muy poco. En términos de estrategia y combate, bastante: sus miembros fundadores han fallecido, los del Secretariado saben ya que no son invulnerables y de no ser por el refugio que Maduro le da a Timochenko, Santos ya le habría dado el mismo tratamiento que a Raúl Reyes y Alfonso Cano.

Que Colombia necesita una revolución —o al menos un revolcón de calado más hondo y profundo que el que le quiso dar Gaviria— no es ningún descubrimiento. Que sean unas Fuerzas Armadas las encargadas de hacerlo… ni por Izquierda ni por Derecha. Esa es la gran limitante que tiene las Farc: a la hora de verbalizar, de concretar los cambios que se necesitan, no hay discurso. El expresidente Pastrana lo dijo de manera elocuente: “Le di una hoja y le pedí a Marulanda que escribiera los diez puntos para firmar ya mismo la paz. La página quedó en blanco”.

En La Habana hay al menos una agenda de seis puntos concretos que difícilmente se va a concretar. Las Farc siguen autocentradas y sin importarles cómo las ve el mundo exterior. En ese mundo paralelo que se han creado, no existe el sentido de responsabilidad o reparación con las víctimas de sus actos. ¿Que el Estado colombiano también es responsable? Qué duda cabe. Llegados a este punto, la mesa podría enfocarse en ver cómo reparar los daños que aducen las Farc. El problema es que estas se siguen viendo como víctimas y así es imposible que asuman su parte y hablen de reparación de víctimas, o que acepten la posibilidad de ir a la cárcel por crímenes de lesa humanidad (como el secuestro).

Resulta conmovedora la imagen del negociador Ricardo Téllez vestido con la camiseta de la Selección Colombia. Cómo le hace de falta al país que las Farc cambie su uniforme verde militar por esa camiseta. La política debe dejársela a los políticos: si su lucha de sesenta años sirve para garantizar la existencia de fuerzas alternativas como la Marcha Patriótica o la misma Unión Patriótica, este sería su mejor legado.

Ir a negociar a La Habana sin ideología ni discurso, con la mentalidad de que las cosas se deben hacer como ellos las imaginan o desean no tiene posibilidades reales en el país. De hecho no tienen ningún fundamento para creer que lo harán mejor en la arena política que los grupos guerrilleros desmovilizados en el pasado: como movimiento político no sobrevivirán seis meses al caudillismo clientelista que impera en el país.

En el fondo lo saben: el temor a un referendo para aprobar lo pactado es el miedo a comprobar en las urnas el rechazo a sus métodos de guerra para alcanzar fines políticos. Ponerse de verdad la camiseta es asumir con humildad y cordura el papel que se puede cumplir en la historia de Colombia, esta sería una salida más que digna del conflicto armado.

Quintana, el pequeño gigante

Artículo destacado > Con los taches arriba Por: Rafa XIII

21 de Julio de 2013

Podio del Tour de Francia 2013, Nairo Quintana está a la izquierda de la imagen

Hace casi tres años, mencionábamos en este espacio lo que había sido el notable triunfo de un jovencísimo Nairo Quintana en el Tour da L’Avenir, y que el novel corredor era el llamado a continuar la rica tradición del ciclismo colombiano de Cochise, Herrera, Parra, Flórez, Botero y demás ídolos de épocas lejanas y cercanas en nuestros recuerdos.

Y lo cumplió con creces. Su rutilante actuación como debutante en la edición número cien del Tour de Francia, en este 2013, le ha asegurado por derecho propio a Nairo un lugar entre nuestros más grandes deportistas de todos los tiempos. Con apenas 23 años y algo más de 1,60 m de estatura, este pequeño ciclista boyacense se convirtió en un gigante de las carreteras europeas, siendo a la vez el campeón de los premios de montaña, de los novatos y subcampeón de la clasificación general individual, solamente superado por el británico Christopher Froome. Como si fuera poco, el sábado 20 de julio, la fiesta nacional por excelencia de Colombia, le regaló al país la victoria en la etapa Annecy-Mont Semnoz.

Un par de meses atrás reseñábamos el segundo lugar de Rigoberto Urán en el Giro de Italia, y ahora que se dio lo de Quintana, es válido establecer comparaciones sobre la situación de carrera que los llevó a ambos a la posición de honor que finalmente ocuparon. Al igual que Urán con Bradley Wiggins, Quintana inició la competencia como gregario del español Alejandro Valverde, capo de Movistar, y tuvo que trabajar para él hasta la etapa 13, cuando Valverde perdió toda posibilidad de pelear la carrera, y se cambió la prioridad del equipo en favor de Nairo. Viendo el brillante desempeño de nuestro pedalista en los tramos siguientes, con el tiempo que sacrificó en vano en favor de su líder, a lo mejor la pugna con Froome por el título final habría sido hasta la raya de sentencia en París.

De todas maneras, la hazaña de Quintana superó lo alcanzado por Fabio Parra en 1988, con su muy meritorio tercer lugar en el giro galo, y no es para nada aventurado el pensar que, dada su juventud y excelentes condiciones, Nairo volverá al podio de esta competición, pero para estar en el primer lugar y traer a Colombia la mítica maillot jaune —la camiseta amarilla— reservada para el mejor corredor de ciclismo de ruta en el mundo.

Hace tres años destacábamos el origen humilde de Nairo y el hecho de que se había convertido de niño en ciclista porque era la única forma de ir de su finca a la escuela en el pueblo y de allí de regreso a casa. Aunque ya es un hombre famoso, conserva esa misma sencillez heredada de sus padres, un par de campesinos que son el vivo retrato de la familia colombiana. Habla poco, no porque sea engreído, sino por su timidez, tan solo comparable con la que en su tiempo mostraba el gran Lucho Herrera ante cámaras y micrófonos. Merece y recibirá todos los homenajes, que serán muchos, en una trayectoria deportiva que todavía está en sus primeros logros.

Operación Jaque Mate

Artículo destacado Por: Daniel Ramos

10 de Abril de 2013

Foto: José Miguel Gómez | Reuters
 

La marcha masiva de ayer, 9 de abril, refrenda una vez más el interés de los colombianos por conseguir la paz: es una manifestación de apoyo clara al proceso de La Habana. ¿Sabrán las partes capitalizar este apoyo? El presidente Santos estuvo en primera fila, sin su escéptico ministro de Defensa, claro está.

Las razones para el pesimismo están sobre la mesa. En la evolución política de las Farc, del comunismo puro a la socialdemocracia, parece que ahora están retomando las banderas de mayo del 68: Sed realistas, pedid lo imposible. Es un atraso ideológico que sin duda repercute de manera negativa en el proceso.

Con los dardos cruzados entre los expresidentes, el circo político colombiano está más agitado que nunca y refleja en gran medida la confusión nacional: todos quieren la paz, en el cuál y el cómo están las diferencias. ¿Cómo se ven las Farc en medio de este circo?

Según anticipamos en una entrada anterior, las Farc siguen destapando nuevas cartas. A la aparente sencillez de los cinco puntos de la agenda inicial empiezan a aparecerle los típicos orangutanes que se ven en cada debate del Congreso. El único que falta por aparecer es que soliciten la toma definitiva del poder.

Lo decepcionante hasta ahora es que las Farc no ha propuesto nada novedoso sobre la mesa de negociación. Paradójicamente, este podría ser uno de los pilares de la confianza de Santos: sabe que las Farc como partido o movimiento político no correrá un destino diferente al M-19. De La Calle parecería confirmar esta hipótesis al afirmar que cualquier acuerdo deberá ser refrendado por los colombianos, con la confianza de que el país quiere la paz pero no a cualquier precio: derrotar a las Farc en las urnas es un knockout en el primer asalto.

Si esta es la línea de pensamiento de Santos y su equipo negociador, ¿a nombre de quién habla el ministro de Defensa? ¿Quiere dejar que Santos haga el papel de policía bueno y él el de malo, el que debe recordarle a las Farc que hay mucha gente que se opone al proceso, aún entre las mismas filas del gobierno?

La llegada de miembros del ala militar de las Farc a La Habana parece abrir una nueva hipótesis: quieren informarse de primera mano cómo y qué se está negociando con el Estado, no les vaya a pasar lo mismo que con el Comandante César, que el equipo negociador entregue la corona y los deje viendo un chispero: con la Operación Jaque ya saben que el presidente Santos sabe cómo negociar de manera exitosa con miembros de las Farc.

De momento, es la opción más probable de llevar el proceso de paz a buen término: que el presidente Santos esté negociando por debajo de la mesa las condiciones para la desmovilización de las Farc y nos deje la versión oficial de que no se pagó ni un dólar por ella. En últimas, la Operación Jaque Mate. De otra manera no se entiende el díalogo de sordos que estamos viendo en La Habana.

Diálogos 2012-2013: eso no tiene remedio

Artículo destacado Por: Daniel Ramos

16 de Diciembre de 2012

Andrés Obregón SantodomingoUno de los capítulos más vergonzosos del Caguán fue la intervención del entonces presidente del Grupo Santo Domingo, Andrés Obregón, cuando confesó que no le parecía nada justa la redistribución de la riqueza y que de hecho, si se repartiera la fortuna del Grupo, no alcanzaría ni para darle 40 dólares a cada colombiano. ¿De dónde sacó esa definición de redistribución de la riqueza? ¿Una tarde de mojitos en la plaza Santo Domingo de Cartagena con Plinio, Álvaro y Carlos Alberto? ¿El temor de la revolución cubana en Colombia? No hay que ser politólogo para comprender que a lo que se refería no era a redistribución de la riqueza sino a expropiación.

El caso es que si eso es lo que entiende la élite colombiana por redistribución de la riqueza vamos por muy mal camino y directo a un diálogo de sordos. La redistribución de la riqueza es algo mucho más sencillo: trabajo mejor remunerado, tasas impositivas más altas a los altos ingresos y fortalecimiento de la red de apoyo social para los más desfavorecidos, con el fin de que tengan oportunidades para mejorar su bienestar (a grandes líneas).

Pues bien, como de costumbre, en estas navidades se negocia el aumento del salario mínimo. Oh gran sorpresa, parece que este año tampoco se logrará un acuerdo con los representantes de los trabajadores y se fijará el incremento por decreto. Esto cuando el gobierno colombiano se vanagloria de lo bien que le está yendo a la economía colombiana: es el momento oportuno para redistribuir la riqueza mediante un aumento generoso del salario mínimo. Según los datos del DANE, los empresarios bien podrían permitírselo. Pero ni aún negociando un acuerdo con las Farc en La Habana el gobierno da muestras de que le preocupa mejorar las condiciones laborales de los millones de héroes colombianos que trabajan diariamente por un pírrico salario mínimo.

Si alguien tiene duda de cuán irrelevantes son las Farc en Colombia para tomar las grandes decisiones, ahí tienen el ejemplo perfecto: 50 años de guerra, 9.000 guerrilleros y no son capaces de influir en el incremento del 0,001% del salario mínimo. ¿Para qué vuelan tantos puentes y torres de energía? ¿para qué extosionan o secuestran? ¿qué logran en concreto con eso?

Pero el gobierno colombiano no lo hace mejor (con o sin guerrilla). En plena época de prosperidad económica y sigue peleándole cinco centavitos a la gran masa de trabajadores colombianos.

¿Qué interés tiene las Farc en entrar a hacer parte de este circo? Sigo sin comprenderlo: la experiencia de cuatro grupos guerrilleros desmovilizados en los últimos 20 años demuestra que son incapaces de construir fuerzas políticas alternativas que sobrevivan no solo el paso del tiempo sino el carácter clientelista y corrupto del actual sistema político colombiano. ¿Cuáles talentos ocultos tiene las Farc para consolidarse en esa fuerza tan esquiva al sistema político colombiano? Valdría la pena que Iván Márquez hablara un poco más de ello en lugar de estar exigiendo la revolución por decreto en una mesa en La Habana.

La negociación del salario mínimo es sintomática del estrecho margen de negociación del gobierno en La Habana: teniendo la oportunidad de oro de demostrar que está en capacidad de gobernar en beneficio de los colombianos, opta de nuevo por los intereses de los poderosos: ¿a qué se va a poder comprometer con las Farc? Todos los percances para hacer efectiva la Ley de Tierras demuestran cuán grande le queda el país al Estado colombiano. Si Reyes y Marulanda pensaron que Pastrana no tenía el poder suficiente para lograr un compromiso duradero, ¿qué estarán pensando Timo e Iván Márquez de Santos? Pero no nos llamemos a equivocaciones: la camarada Tanja Nijmeijer se pronuncia para solidarizarse con la causa palestina y, en plena negociación del salario mínimo, no se les escucha ni una sola palabra al respecto. Francamente, ¿en qué país es que vive las Farc? ¿qué es lo que quiere revolucionar? Estos diálogos no tienen futuro. O, contagiándonos del espíritu cubano, ya lo dijo la Orquesta Aragón: eso no tiene remedio.

Operación Jaque, versión Farc

Artículo destacado Por: Daniel Ramos

26 de Noviembre de 2012

A Fidel Castro tampoco le gustó la silla vacía de Marulanda. En los diálogos que sostuvo su representante José Arbesú con Marulanda, este le explicó que no se presentó porque de hacerlo habría enviado un mensaje equívoco al país de que la paz se sellaría con él en la mesa de negociación, que había pruebas irrefutables de un posible atentado contra él e incluso contra el presidente Pastrana por parte de los paramilitares y que en últimas él jamás se había comprometido a estar presente en la ceremonia de iniciación de los diálogos en el Caguán. Todo esto se encuentra en el libro La paz en Colombia de Fidel Castro (Capítulo VIII). Como también, el propósito verdadero de las Farc con los diálogos del Caguán:

El objetivo de las FARC es realizar 3 o 4 rondas […] y salir de las negociaciones con buena imagen y ganando el tiempo necesario para prepararse frente a una eventual invasión. (Pg. 106)

Marulanda estaba convencido de que los Estados Unidos iba a invadir a Colombia y de que Pastrana no tenía la fuerza suficiente para garantizar los compromisos de un eventual acuerdo. De ahí que con el Secretariado trazara la estrategia de dilatar la zona de distensión el tiempo necesario para rearmarse porque del Caguán no iban a salir al Congreso de la República. Paradójicamente, Pastrana tenía la misma intención (aprovechar la tregua y armarse para la guerra), solamente que la hizo pública a todo el país y en el fondo estaba convencido de que la paz era posible. La miopía política de Marulanda queda en evidencia luego de leer La palabra bajo fuego de Pastrana y La ilusión posible de su excanciller Fernández de Soto. El país y la sociedad realmente le apostaron a la paz y fue la visión distorsionada de las Farc la que no le permitió ver la posibilidad única que representó el Caguán.

Hoy con la distancia puede decirse que Fidel Castro tenía toda la razón en llamarle la atención a Marulanda por no haberse presentado: la silla vacía era en definitiva una mala señal. Aunque verdadera… yendo a las raíces de la mentalidad campesina de Marulanda, su ausencia pudo ser la última línea ética que no se atrevió a cruzar en el engaño a Pastrana: no iba a comprometer su palabra en algo que sabía que no iba a cumplir.

Las Farc debe por lo tanto una excusa al país por el engaño del Caguán. Pero aparte de lo que sería un acto noble y reflexivo poco propio de esta, el fantasma que sigue vigente en La Habana es la pregunta por la agenda paralela que tiene las Farc: este es el problema de la falta de credibilidad, que siempre permite ese margen de suspicacia sobre sus intenciones reales.

Igual que la silla vacía no fue una buena señal, el comienzo de los diálogos en La Habana no lo es tampoco: el cese al fuego unilateral es una provocación a Santos, pues ya el presidente había dicho tajantemente que no habría tal; la presencia de Tanja Nijmeijer como punta de lanza para la contraofensiva mediática en Europa es evidente; y el último pedido, la liberación de Simón Trinidad por parte de los EUA, no tiene cabida en un escenario serio y formal de negociación.

¿O sí? Cuando vi esta foto de la mesa de negociación no pude menos que pensar en una nueva farcsa:

Las Farc en la mesa de negociación en La Habana

¿Están estas personas negociando un proceso de paz? La actitud distendida, casi desdeñosa, la falta de materiales que señalen alguna preparación (quizás Tanja sí está tomando atenta nota), todo tiene una esfera de incredulidad que no da esperanza de que esto lleve a algún lado. No es que sea el objetivo principal, pero sí podríamos estar ante la Operación Jaque ejecutada según las Farc: el montaje de unos diálogos de paz, con cese al fuego incluido, para lograr la liberación de Simón Trinidad de su "cautiverio" por los estadounidenses sin disparar ni un solo tiro ni pagar un solo dólar.

La participación ingenua de los cubanos en este montaje estaría facilitada por los puntos de la agenda de las Farc: concuerdan con la solución utópica que propuso Fidel Castro en su libro. Con la liberación de Simón Trinidad las Farc se puede dar por bien servida y continuar con su plan estratégico-militar de la toma del poder. Ah, y que Tanja logre convencer a la Unión Europea de que las Farc no son terroristas sino un ejército del pueblo sería la guinda del postre. Ojalá esté equivocado, pero poco más se puede esperar de los diálogos en La Habana tal y como van.

Diálogos 2012: ¿una agenda para la paz?

Artículo destacado Por: Daniel Ramos

19 de Septiembre de 2012

Entre indignado y escéptico. Así me declaro luego de analizar con calma la agenda acordada entre el Estado colombiano y las Farc. Indignado porque después de sesenta años de lucha armada me es difícil aceptar que las Farc proponga una agenda que podría haber elaborado cualquier estudiante de Ciencia Política de tercer semestre (con el perdón de los primíparos); estudiantes de semestres más avanzados podrían sin duda alguna elaborar una agenda más ambiciosa, no necesariamente más extensa y auténticamente revolucionaria. Porque para una organización que se autodenomina revolucionaria no se encuentra ni rastro de ello en esta agenda.
 
Escéptico porque aunque políticos como Navarro Wolff han alabado la concreción de la agenda, en realidad tiene un amplísimo margen de maniobra donde están cifrados por partes iguales el éxito y el fracaso. En concreto, los puntos 2.1 y 3.2 que dicen:
 
2.1. Derechos y garantías para el ejercicio de la Oposición política en general, y en particular para los nuevos movimientos que surjan luego de la firma del Acuerdo Final. Acceso a medios de comunicación.
 
3.2 Dejación de las armas. Reincorporación de las FARC-EP a la vida civil – en lo económico, lo social y lo político -, de acuerdo con sus intereses.
 
De entrada, las Farc anuncia que de incorporarse a la vida civil se ve como un partido de oposición o coordinando nuevos movimientos sociales. Está en todo su derecho, pero sorprende que no se ofrezca a liderar parte de la agenda que propone: pedir la inclusión en los ministerios encargados de la reforma agrícola y su financiación, de las instituciones que ayudarían a desplazados a regresar a sus tierras garantizando su vida en paz, etc.
 
El acceso a los medios de comunicación también deja un margen de interpretación amplio: ¿quieren ser entrevistados cada día de por medio o quieren sus propios medios de comunicación? En cualquiera de los dos casos, hace falta el núcleo central y desvelan un desconocimiento de los diálogos de paz exitosos del pasado, principalmente el del M-19: no basta con tener un medio de comunicación, es fundamental contar con su financiación, de lo contrario dependerán de una publicidad que es propiedad de los grandes cacaos y que puede llevar a la quiebra su canal por falta de pauta. ¿Cómo se negociaría esto?
 
Es cuando entra en escena el punto 3.2: ¿a qué se refiere las Farc con “de acuerdo con sus intereses”? En principio, los intereses son los que están planteados en la agenda, ¿cuáles son los que se quedaron por fuera? Y es aquí donde todo se puede romper: los intereses pueden ir desde la exigencia de una nueva Constituyente hasta la financiación de taxis para todos los guerrilleros desmovilizados, por citar un ejemplo: ¿qué hablaron al respecto los negociadores? Ni idea. En todo caso, las Farc demuestra que está muy cruda para entrar a participar en el espectro político colombiano o que no ha desvelado todas sus cartas, cosa nada rara con esta organización.
 
Un estudio serio de la experiencia del M-19 en su reincorporación con la vida política sería más acertado para entrar a negociar. ¿Por qué fracasó como movimiento político a pesar de tener la tercera votación más alta en la Constituyente del 91, acceso a los medios de comunicación y garantías para ejercer la oposición? Si las Farc estuviera conectada con la realidad política nacional sabría responder a este interrogante y no entraría de manera incauta a negociar sin plantear alguna solución, porque con esta agenda está abocada al mismo fracaso: el clientelismo del sistema se los comerá en menos de 4 o 5 años.
 
Aquí es donde debería aparecer una agenda auténticamente revolucionaria: ley de partidos, fiscalización de los mismos (no más promesas de campaña que no se cumplen), transparencia en la gestión y ejecución, aumento de la taza impositiva, herramientas concretas para luchar contra la corrupción y un largo etcétera que no aparece en la actual agenda.
 
Sin embargo, en ese mismo punto 3.2 está la semilla de la esperanza con este proceso: que las Farc acepta la posibilidad de dejar las armas y desmovilizarse. Esto pondría fin a la enorme cortina de humo en que se ha convertido durante las últimas décadas, una cortina de humo que cubre todos los desmanes de la administración pública amparados en la guerra contra el terrorismo. Ahora que empiezan a salir a la luz pública todos los abusos que se dieron durante el gobierno de Uribe hay que agradecer hasta a la Divina Providencia de que no tuvo un tercer período: hubiese llevado el Estado a la quiebra. Con las Farc desmovilizada, la mayor parte de los recursos destinados a combatirla puede ser empleada de otra manera y la sociedad y el Estado finalmente pueden concentrarse en lo realmente importante: trabajar por el bienestar de todos los colombianos. En un ejercicio de autocrítica, las Farc debería también pedir disculpas por haber alimentado con su tozudez y engaño durante los diálogos del Caguán los ocho años en el poder de Uribe.
 
La puerta que se abre para esta desmovilización amerita la fe y esperanza de todos. Ahora será confiar en que los llamados “intereses” de las Farc sean viables y realistas, de lo contrario, preparémonos para otros diez años de conflicto armado, más desconfianza entre las partes y la expansión de la cortina de humo para que la parapolítica siga imperando.

¿Qué pasa en el Cauca?

Artículo destacado Por: Marsares

22 de Julio de 2012

El país estuvo perplejo por unas horas. No podía entender cómo una multitud de indígenas habían sido capaces de subir a un cerro y expulsar de allí a militares encargados de velar por su seguridad, sin más armas que unos palos y su indignación. "No más guerra" fue su grito de batalla.

De ahí en adelante se abrió el debate en el que se cuestiona la autonomía de los resguardos indígenas, su presunta manipulación por las Farc, el abandono del Estado y el fantasma de una guerra que para todos parecía lejana, pero que estaba tan cerca que al parecer jamás se había ido. De ahí la pregunta, ¿qué pasa en el Cauca?

Los indignados

Como un capítulo criollo de lo sucedido en otras partes, los medios de comunicación mostraron al mundo a los indignados colombianos, que no eran urbanos como en otras latitudes sino indígenas de carne y hueso. La resistencia pacífica de muchos años, con el paréntesis de la lucha armada del grupo guerrillero "Quintín Lame", había llegado a su fin.

A rastras, a empujones, cargados, se vio a un grupo vociferante de la etnia nasa sacar a los militares de sus trincheras en el cerro Berlín (Toribío) que, hay que destacarlo, salvo unos tiros al aire, se rindieron con sus modernas armas a los palos y algunos machetes, lo que les dio más valía a unos y a otros.

Al día siguiente, respondiendo a una orden presidencial, la policía antimotines (ESMAD) desalojó a los indígenas del cerro con bolillos y gases lacrimógenos, y horas después la Asociación de Cabildos Indígenas del Norte del Cauca (ACIN) entablaba un diálogo en Santander de Quilichao con miembros del gobierno.

Los indígenas aceptaron no regresar al cerro y el 19 de abril, en el propio Toribío, delegados de la ONU y de la Defensoría del pueblo continuaron el diálogo, acordándose que la discusión sobre el meollo del asunto se discutiría en Bogotá el 24 de julio.

Cuando el río suena

Sorprende que el Gobierno no haya tomado en serio las amenazas de los indígenas en Toribío. Tenía razones para hacerlo. Días atrás, el 10, en Monte Redondo (Miranda) rodearon un puesto militar y en el propio Toribío desmantelaron tres trincheras de la policía. 

El mismo 11, mientras Santos trataba de hablar con ellos, subieron a Berlín y luego hablaron con las Farc para que retiraran los retenes que habían puesto en la carretera que conduce a Santander de Quilichao.

El 17 fue crítico. Hubo bloqueo de la carretera entre Corinto y Caloto exigiendo que el ejército se fuera de Huasanó. El 18, en el resguardo La Laguna (Caldono), en un retén del ejército fue muerto el indígena Fabián Güetio, lo que provocó la retención de los uniformados que fueron conducidos hasta Caloto. 

Al mismo tiempo, en Toribío, los indígenas capturaban a cuatro guerrilleros, inciándoles juicio público el 19, y en Huasanó, cuando el ESMAD intentraba disolver el bloqueo, fue muerto un campesino y heridos dos más.

Búsqueda de razones

La primera explicación que surgió fue la fácil: detrás de todo estaban las Farc y el narcotráfico. En esto coincidieron Uribe y el ministro de defensa. El presidente matizó el asunto precisando que solo algunos indígenas estaban con las Farc y habló de correos encontrados a Pacho Chino, un jefe de las Farc de la región que hablaba de estas movilizaciones como una estrategia para frenar el avance del ejército.  

Las Farc tienen presencia en el Cauca desde hace mucho, es cierto, pero igual lo ha sido el abandono del Estado y quienes han sufrido todas las consecuencias de la indiferencia gubernamental y el asedio guerrillero han sido los indígenas. Incluso su grupo armado, el "Quintín Lame", se enfrentó al sexto frente de las Farc en los ochenta, terminando al final aliado con ellos y luego desmovilizado.

Abandono y desesperación parecen ser el resumen de la crisis. Recuérdese que antes de la toma de Berlín, Toribío sufrió tres dias de ataques y un tutuco estalló en el centro de salud mutilando una de sus extremidades a una enfermera.

La ofensiva militar

Al margen de esto, en el Cauca se prepara quizás una batalla decisiva que podría darle un giro definitivo a la guerra. Las Farc se juegan su supervivencia y el Estado el verdadero comienzo del fin del conflicto. De ahí que ambos contrincantes se la estén jugando a fondo.

Aparte de la razón histórica, en Santo Domingo (y Marquetalia) nacieron las Farc, la geografía muestra a un territorio agreste e intrincado en pleno corazón de la Cordillera Central. Gracias al corredor que se encuentra entre Jambaló, Corinto y Caloto, tienen una salida a la Cordillera Occidental y de ahí al Pacífico, por donde transita la coca que se cultiva en Jambaló y la marihuana de Corinto y Miranda.

El ejército lo sabe y por ello busca empujarlos hacia las partes altas de la ladera occidental de la Cordillera Central, al territorio de los nevados. De esto se encarga la fuerza de tarea Apolo. Por el otro lado a la guerrilla la espera la fuerza de tarea Zeus, la misma que sacó a Alfonso Cano del Tolima y lo llevó al Cauca.

La guerrilla, sin embargo, está dispuesta a pelear palmo a palmo el terreno y, según declaraciones castrenses, cerca de 1.200 de sus mejores hombres fueron trasladados en un intento de revertir las derrotas sufridas en los últimos años.

¿Y los indígenas?

Las Farc, y ojalá el gobierno piense igual, saben que la población indígena desempeña un papel decisivo en la guerra. Transformarla en un aliado, infiltrándola, o usarla de muralla humana, a través de las movilizaciones y su exigencia pacífista, puede cambiar la ecuación de la guerra.

¿Tienen tal capacidad de convocatoria? Quizás no tanto, pero les ayuda la propia situación de los resguardos, abandonados a su suerte por el Estado o, lo que es peor, tildados de aliados de los terroristas por la Seguridad Democrática, que jamás pudo entender sus justas aspiraciones.

El resultado se puede ver. La economía de la región ha cambiado. De los cultivos de pancoger, se pasó en muchos casos a los de coca y marihuana que les brindan a los indígenas mayores recursos, extendiéndose sin freno bajo la sombra protectora de las Farc que se los comercializa y de paso les facilita el reclutamiento de los jóvenes. 

El Presidente Santos anunció en Toribío un plan de inversión de 500.000 millones de pesos que es una puerta de entrada, pero los muchos años de desconfianza y abandono necesitan algo más que dinero.

Así como se dio la enérgica respuesta de no transar la salida de los militares y la exigencia de que el cumplimiento de la Constitución es para todos, también se impone el diálogo para encontrar caminos comunes que incorporen a las etnias indígenas al desarrollo del país. 

Este es un camino inédito. Si se consigue transitarlo con éxito, se habra ganado una batalla decisiva en esta guerra interminable.



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