Tailandia, país de paradojas, militares y un antiguo monarca

Hay rumores de un nuevo golpe de Estado. Mejor dicho, de un contragolpe auspiciado por militares que se sienten marginados por la junta militar golpista del pasado 19 de septiembre. Y dos posibles motivos: el deseo de imponer una dictadura más dura, ya que para muchos la actual se ha mostrado demasiado democrática y deseosa de cambiar la constitución y convocar de nuevo a elecciones, y el otro la influencia escondida del dinero en las fuerzas armadas, según lo plantea el columnista Suthichai Yoon del diario The Nation. El soborno no es un ave rara en un país que acaba de bajar de 59 al escaño 64 en el barómetro de niveles de corrupción mundial. Y todo indica que existe en los cuarteles ya que se habla ahora de cómo las 9 bombas que azotaron a Bangkok en la noche de año nuevo parecen tener su origen en militares descontentos con la cúpula de gobierno actual.

Los rumores han aumentado porque el actual jefe de la junta militar el General Sonthi Boonyaratglin ha hablado de una “nueva amenaza que no se encuentra en los libros de texto” y que después identificó como

“la que llega con la compra de votos en elecciones y la falta de entendimiento de la población rural sobre la democracia y del aprecio por el principio de suficiencia de la economía”.

En tono humorístico el columnista se pregunta si la amenaza no partirá de un autogolpe de parte de los mismos militares que ahora desean, tal vez, actuar de forma más drástica. Si bien me parece imposible saber si estos rumores son fundados o inventados, lo que si denotan se es el clima incierto y de descontento que ronda en torno a las actuaciones de los generales golpistas que se tomaron el poder hace cuatro meses dizque con la intención de detener (parece que con toda razón) la corrupción enorme que caracterizó al gobierno del depuesto millonario y Primer Ministro Thaksin Shinawatra.

Antecedentes y la figura del Rey

Tailandia (la única nación del sureste de Asia que no ha sido colonia de nadie) es heredera de una larga dinastía desde tiempos muy antiguos y desde 1939 es una monarquía constitucional de características muy especiales. Si bien los gobiernos son elegidos por voto libre y universal, la mirada aguda y el poderoso control de los militares ha hecho que cada cierto tiempo se sientan autorizados para tomarse el poder cuando lo consideran conveniente. En los últimos tiempos estos alternados golpes militares no se dan sin el consentimiento del Rey lo que fortifica el poder y prestigio de ambas instituciones.

El respeto y la devoción que el pueblo tailandés tiene por sus monarcas y por el actual Rey son tan enormes como la duración de la última dinastía de los Chakris del cual el actual rey es el noveno descendiente.

A mí, su presencia simbólica en la vida diaria de los tailandeses me pareció asfixiante, molesta y casi inexplicable. Llegamos a la capital una semana después del día de sus cumpleaños y la ciudad permanecía todavía llena de inmensos retratos, altares, adornos, cursis monumentos a su figura y a la de su esposa, desplegados por todas las avenidas y rincones más impensados de esta inmensa metrópolis de 8 millones de habitantes.

Pero los tailandeses están muy orgullos de su monarca, del jubileo de sus 60 años en el trono y de las incontables celebraciones que se han hecho con tal motivo. Una de ellas, la Exposición Floral Ratchaphruek 2006, puede inclusive ser seguida en las llamativas páginas que The Nation le ha construido en Internet. La recomiendo sobre todo por sus hermosas fotos. 

El rey Bhumibol Adulyadej cumple este año 80, es el jefe de estado más antiguo y uno de los hombres más ricos del mundo. Además todo un personaje y con una vida llena de contrastes, tal como las que engalanan el país que lo adora. Nació en Massachussets y estudió y vivió muchos años en Suiza. Es un consumado navegante, autor de un par de libros, compositor y músico de Jazz. Es posible juzgar por uno mismo sus méritos musicales porque algunas de sus composiciones se encuentran en Internet en una de las páginas que celebran su jubileo.

Según la Wikipedia, Bhumibol posee el récord mundial en recepción de grados honoríficos universitarios. Nada menos que 136 en total. La mayoría de ellos sin embargo se los han concedido las universidades tailandeses. Una de ellas, la Universidad de Kasetsart, le concedió diez doctorados honoríficos de un solo tirón. El realismo mágico por lo visto no desampara a ésta region dizque antípoda de ciertas naciones caribeñas de cuyo nombre no quiero acordarme.

Pero hablar mal del Rey es el peor insulto que uno le pueda hacer a los tailandeses y no parece una idea muy buena pues el país tiene estrictas leyes que castigan con cárcel de varios años cualquier crimen de “lesa majestad” es decir, insultar, mofarse o denigrar de la realeza. (Yo me atrevo a mencionar estas cosas porque ya no me encuentro en suelo tailandés).

La cultura y las artes

Tailandia es un país de maravillas y de grandes contrastes sociales, económicos y políticos. Posee vastas riquezas naturales, una población industriosa y una importante agricultura en la que el arroz se constituye en la principal fuente de divisas. En las artes culinarias Tailandia es famosa por sus platos picantes y exquisitamente condimentados. Combinan lo dulce con lo ácido de manera feliz en una cocina híbrida donde la influencia de India y China son muy prominentes. Uno se regodea caminando por las calles de Bangkok o de cualquier aldea Tai, donde los aromas provenientes de los restaurantes improvisados callejeros invitan a degustar exóticas sopas, de las cuales mi favorita es el Tom Kha Gai, una sabrosa mezcla de hojas de lima kafir, raíces de galanga, y pollo en leche de coco.

La afabilidad extraordinaria en sus gentes es proverbial y uno siente el vibrante pulso vital en todo lo que hacen. Los artistas, artesanos y los tailandeses del común no tienen miedo a usar el color y aparte del chillón amarillo que usan en sus camisetas para destacar su amor por la Realeza, combinan los morados subidos con los más barrocos tonos de rosado, rojos, fucsia y azules profundos; no solo en sus vestidos, sino también en sus viviendas y edificios.

Tailandia es además un país de maravillosos templos y grandes palacios dedicados a honrar la figura de Buda. Según las estadísticas el 95% de la población es Budista Teravada, una religión que llegó desde tiempos muy antiguos proveniente de Sri Lanka. Estos sagrados templos y las increíbles obras de arte y artesanía que alojan hablan muy bien del alto sentido estético que tienen los constructores y arquitectos de estos espacios a donde acuden por igual y se mezclan indiscriminadamente los turistas con los ciudadanos tailandeses.

Las casas de espíritus

No sólo en Bangkok sino en el sur del país noté la profusa presencia de altares, mini-templos (casi como pajareras) montados en columnas de diferentes tamaños, especialmente al frente de casas grandes e incluso al frente de hoteles de prestigio. Muchos tenían incienso y algunas viandas. En muchas esquinas y cruces de calles era posible ver estas especies de réplicas de casas doradas y templos budistas con ofrendas recientes. Al principio creí que se trataba de homenajes a la figura del rey, pues el color dorado y las decoraciones y cintas amarillas que rodeaban estas “maquetas” (del tamaño de una jaula para pájaros) me hicieron pensar que eran parte de las celebraciones con motivo de los 60 años en el trono del monarca actual. Pero leyendo un poco encontré que se trata de una práctica religiosa animista muy propia de los tailandeses.

Según Lonely Planet muchas de las casas y edificios Tais ubican estos recintos para que allí se alojen los espíritus del lugar. De no existir, los espíritus se pasan a vivir con la gente, lo que causa todo tipo de problemas a los habitantes. ¿Y cómo asegurarse que los espíritus del lugar se alojen en las casas de espíritus? Haciéndolas más bellas y agradables que la residencia de la familia y ofreciendo ofrendas diarias de comida, flores, velas e incienso. Por eso su ubicación tan prominente y destacada que tienen en todas partes. Es por eso muy común ver en las calles a la gente rezando y consagrando sus ofrendas a dichos espíritus. Sobra decir que se las inaugura con una prolija y debida ceremonia. Si uno amplía su casa propia o la mejora, debe también mejorar la respectiva casa del espíritu.

La creciente riqueza de Tailandia se refleja en la pujante industria de la construcción. Se me ocurre entonces que para conjurar algunos de los problemas políticos que los acosan en estos momentos, y siguiendo su antigua tradición, deberían poner una gran casa de espíritus o una lujosa pajarera a la entrada del país o en una de sus islas, para garantizar así que todos los corruptos, los militares desleales a la constitución y los que perjudican la nación, decidan como los espíritus de lugar, alojarse allí en lugar de hacerles la vida imposible a los cordiales y generosos tailandeses del común.

Lo latoso del asunto es que el Estado tendría que costear la continua renovación de dichas instalaciones a medida que el bienestar del país y de su población florece.

(Quienes quieran leer más los remito a 10 entradas que escribí sobre Tailandia en mi blog Ojo al Texto)

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