Buceo en Boyacá

Dicen que no se quiere lo que no se conoce. Por omisión entonces la mejor manera de amar la naturaleza es conocerla. Y al conocerla, supongo que tratamos de cuidarla. Pero en realidad la mejor manera de cuidar a la naturaleza es dejándola quieta, o al menos, respetándola. Por ahí le leía yo a mi colega y ecólogo de profesión, Germán Quimbayo, algo en ese sentido, en un artículo llamado Nociones para conservar (segunda parte): Conservar es: “La gestión de la utilización de la biosfera por el ser humano, de tal suerte que produzca el mayor y sostenido beneficio para las generaciones actuales, pero que mantenga su potencialidad para satisfacer las necesidades y las aspiraciones futuras. Por lo tanto, la conservación es positiva y abarca la preservación, el mantenimiento, la utilización sostenida, la restauración y la mejora del entorno natural”.

Hace una década se hablaba del agotamiento y contaminación de la inmensa Laguna del Tota, al oriente del Departamento de Boyacá. Los niveles del agua estaban muy bajos, por la explotación agrícola extensiva alrededor del mismo, principalmente por la siembra de cebolla larga, y el uso de las aguas en la siderúrgica Acerías Paz del Río. Hoy en día la situación es al revés, pues el nivel ha subido tanto, que incluso algunos muelles turísticos de hospedajes y embarcaderos han quedado sumergidos, y la laguna tiene una interesante vida submarina. Cangrejos muy pequeños, truchas, capitanes (como el de la foto). La única explicación que veo a este fenómeno es que efectivamente la utilización y explotación del lago cumple los requisitos de “sostenida”.

Una experiencia de primera mano

Alrededor de la laguna no hay basuras, muy poco ganado, y la pesca está bien regulada y controlada por las autoridades locales. Y lo que es mucho más importante, hay un control por parte de la comunidad de campesinos que viven en sus alrededores. Pero como buzo y turista he tenido además la oportunidad de ser testigo de primera mano de las condiciones del entorno ambiental, incluyendo al entorno subacuático, a través de los años. Aunque el fondo de la laguna es fangoso, por lo que a veces la visibilidad debajo del agua es de tan sólo unos 5 metros, es posible apreciar la vida submarina y algunas plantas, y que desde el punto de vista de la espectacularidad de un Océano Pacífico Sur, o un Mar Caribe, distan mucho de ser “atractivas para el buceo en masa” (gracias a Dios).

 

La ciencia del buceo en altitud

A 3.000 metros de altitud, el buceo en Tota requiere obligatoriamente de tablas especiales para el cálculo de la descompresión, así como para evitar la hipoxia. Eventualmente también se requiere del uso de equipo especial, como computadores de buceo (capaces de detectar el cambio de altura y ajustar los límites de profundidad y tiempo de buceo), e idealmente, trajes secos. A nivel del mar, tenemos una atmósfera de presión, o un bar, o 760 mm de Hg (Torricelli). Entonces por cada 10 metros de profundidad en el agua, la presión adicional ejercida por la masa del agua es de una atmósfera adicional. A 30 metros por ejemplo, sería de 4 bares absolutos (3 por cada 10 metros + 1 atmosférico), o tres bares relativos.

Pero a 3.000 metros de altura, la presión atmosférica es de unos 500 mm de Hg. De manera que si bien la composición gaseosa es exactamente la misma (21% de O₂ y 79% de nitrógeno), la menor presión parcial del oxígeno redunda en una menor saturación de la hemoglobina sanguínea con oxígeno. Es lo que comúnmente se conoce como “Mal de alturas”. Como la botella de aire comprimido (tanque de buceo) entrega el oxígeno y el nitrógeno a una presión equivalente a la profundidad a la que uno esté buceando, entonces la presión parcial se duplica a 10 metros, y se cuadruplica a 30 metros. Al terminar el buceo y salir a superficie, resulta que usted pasa de un ambiente hiperoxigenado a uno con muy poco oxígeno, agravando la hipoxia y empeorando el “Mal de alturas”.

A eso se suma el riesgo de enfermedad descompresiva, y que se relaciona con la acumulación de nitrógeno en los tejidos del organismo -especialmente huesos, tejidos grasos y articulaciones-, y que aumenta con la altura. Para rematar las aguas son frías, naturalmente (unos 14º C), lo que requiere de trajes húmedos muy gruesos, o trajes secos para evitar una hipotermia. No parece tan frío, pero dentro del agua perdemos el calor corporal 25 veces más rápido que en superficie. Y bucear con ruana, definitivamente no es una opción.

La buena noticia es que aprender a bucear en este entorno es fácil, y lo demás es práctica. Por supuesto, los buzos nunca deben bucear solos, preferiblemente con instructores o buzos avanzados. Además el buceo con mezclas especiales, de profundidad, de altitud y con traje seco, requiere el dominio de conocimientos y técnicas adicionales, además de una simple certificación de buceo, para que sea seguro y divertido. Idealmente se realizan cursos adicionales para certificarse como especialista en estas áreas en cuestión. Mi recomendación es bucear con instructores certificados y avalados por una agencia de buceo internacional reconocida mundialmente, como PADI, NAUI, YMCA o SSI, por ejemplo.

Y al final de la inmersión, lo único que se debe dejar atrás son burbujas.

NOTA: Este artículo tiene sólo propósitos informativos. Cualquier duda sobre medicina, salud o buceo deberá ser resuelta directamente con un profesional en el área respectiva. equinoXio no da consejos médicos ni de buceo.

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