Otro éxito en línea del Canal Caracol y como la risa del uno es el llanto del otro, también un nuevo fracaso de RCN. Nada que hacer, Caracol, por ahora, es el rey del primetime.
Gran expectativa había en RCN por el estreno de Aquí no hay quién viva, comedia de historias cotidianas en un edificio de apartamentos. Con un elenco de reconocidas figuras, graciosas situaciones y una adecuada puesta en escena, era de esperarse que tuviera éxito. Pero no. A semana y media de su lanzamiento, nadie la ve, excepto alguno que otro despistado y los fanáticos seguidores de “nuestra tele”.
Vecinos, en cambio, con similar escenario, arrasó con la audiencia desde su estreno, colocándose en primer lugar, relegando al segundo al fenómeno del rating en los últimos meses, El cartel.
Aparte del lugar común de “con el público nunca se sabe”, sí hay que preguntarse qué pasó, o mejor aún, qué está pasando para que el rey del rating del año pasado se convierta en mendigo y su rival renazca de las cenizas, se vista de luces y resplandezca como cualquier reina coronada.
Para empezar, Aquí no hay quién viva sigue la estructura de la típica comedia estadounidense. Una historia para cada capítulo, en la que se les saca el jugo a los personajes con situaciones extremas: los nuevos inquilinos, las prepago, el bebé perdido o las ratas, acompañadas de gestualidad exagerada, configuran su temática. Un seriado, más que una telenovela, con demasiados protagonistas que le impiden al televidente no sólo identificarse con ellos, sino también seguir una trama que los obligue a regresar al día siguiente.
Vecinos, en cambio, es fiel a la comedia criolla. Hay una historia central de amor que va desarrollándose poco a poco, enmarcada dentro de situaciones que conforman pequeños retazos de vivencias que apoyan la trama principal.
Amor, una conspiración, ascenso social, hipocresía de estrato alto… En suma, pobres y ricos demostrando que todo es posible inclusive si se vive en un país llamado Colombia. Elementos clásicos de la telenovela, adobados de humor. Caracol no se complicó, hizo lo mismo de siempre, pero en un edificio de apartamentos y un barrio de clase baja, con rumba, buenos, malos y “levantados” de por medio.
Aquí no hay quién viva no sólo se equivocó de horario sino de país, con un humor extraño que los televidentes no degustan. El exilio de la medianoche o una lánguida jubilación junto a los patitos feos y las tontas no van al cielo de las tardes, parece que es su destino final.
Vecinos tiene otro destino. Llegó para quedarse y con Róbinson Díaz y Flora Martínez, Caracol TV termina el año con un saldo jugoso a su favor que en los últimos tiempos empezó con El cartel, siguió con el reality Desafío 20.08 y se afianzó con La quiero a morir.
Definitivamente, en tierra de ciegos, el tuerto es rey.