Todo por un oso de felpa
Artículo destacado > Ciudadano del mundoPor Julián Ortega Martínez
martes 4 de diciembre de 2007 1:47 COT
Aunque Sudán es un país con una grave crisis humanitaria, con el mayor número de desplazados internos del mundo ("honor" que cierto apasionado país tropical está por arrebatarle), y una situación de violencia sin solución a la vista, sólo cuando un incidente más bien "curioso" despierta la indignación de los más acérrimos extremistas y tergiversadores del Corán y las condenas de muchos musulmanes alrededor del mundo -contra las autoridades sudanesas, claro está-, el mundo vuelve sus ojos hacia allá. La novela terminó el lunes, pero sus repercusiones seguramente seguirán por algún tiempo más.
El incidente del osito Mahoma
En julio pasado, Gillian Gibbons, de 54 años, renunció al puesto de vicerrectora en una escuela primaria de Liverpool para embarcarse en la aventura de irse a enseñar a la exclusiva Unity High School, en Jartum, la capital sudanesa. En septiembre, una niña llevó al salón de clase un harapiento oso de felpa. A Gibbons se le ocurrió que un grupo de niños se llevara a su casa, durante el fin de semana, al muñeco con un cuaderno (con la foto del oso y una leyenda diciendo "Me llamo Mahoma"), donde anotarían el registro de sus "actividades", quizás para estimular la imaginación de los pequeños y, además, mejorar las habilidades de escritura en inglés. Gibbons había propuesto "bautizar" al oso Feris, pero ante el rechazo de sus alumnos, decidió someter el nombre a una votación. De los 23 estudiantes, 20 escogieron el nombre Mahoma, el mismo del profeta del Islam y que es muy común en los países musulmanes. Al parecer la elección fue por uno de los estudiantes más populares de la clase que se llama así, Mahoma.
Según escribió MB Jefferies, colega de Gibbons, en la página web de The Guardian, la profesora les envió una carta a los padres contándoles acerca de lo sucedido con el juguete, hecho que no despertó objeción alguna. Sin embargo, para conjurar cualquier posible malentendido, en el colegio decidieron que era mejor cambiar de juguete para continuar el ejercicio. Así las cosas, enviaron una nueva misiva a los padres, contándoles que Mahoma (el osito) estaba "cansado" de su periplo por las casas de los niños y que otro muñeco (desde luego, con otro nombre) iría a verlos. Pero ya era demasiado tarde. Oficiales del ministerio de Educación fueron al colegio, hablaron con el rector y con Gibbons, a quien ordenaron presentarse a la policía, que la interrogaría durante cinco horas. El 28 de noviembre, las autoridades acusaron a Gibbons de violar uno de los artículos del Código Penal por "insultar la religión, incitar al odio y mostrar desprecio por las creencias religiosas". El rector del colegio se declaró "horrorizado" al enterarse de que había sido una asistente del colegio, una tal Sara Khawad, la que denunció a Gibbons a las autoridades.
Mientras el juicio progresaba rápidamente, turbas enardecidas de radicales islamistas se agolpaban en las afueras del edificio donde se realizaba la diligencia. Aunque el 29 de noviembre Gibbons fue condenada a 15 días de cárcel y la deportación ("sacándola barata", pues hubiera podido ser sentenciada a más tiempo tras las rejas y a 40 latigazos), algunos no quedaron satisfechos y el viernes alrededor de 1.000 hombres armados con cuchillos (reportes iniciales hablaban de 10.000) salieron a la plaza principal de Jartum a exigir la ejecución de la profesora, con tiernas consignas como "que la mate, que la mate el pelotón de fusilamiento".
Las reacciones
Por supuesto, y contrario a las vociferaciones de algunos columnistas de derecha, la mayoría de sudaneses sentía vergüenza por lo sucedido. La corresponsal de la BBC en Jartum, Amber Henshaw, narró lo siguiente: "[estando] en la corte el jueves antes del veredicto, un hombre se me acercó y me preguntó si yo era la maestra. Le dije que no, pero él continuó [diciéndome], en un inglés chapurreado, que sólo quería disculparse con la señora Gibbons por el sufrimiento que había tenido que pasar". El columnista del Sudan Tribune, Ahmed Elzobier, atacó duramente a quienes llamó los "islamo-fascistas" en un escrito titulado La irracionalidad manda en Sudán:
"Las élites islamistas crédulas, lavadas de cerebro y semieducadas de Sudán han dominado la técnica de las respuestas fáciles por encima de las difíciles pero correctas. Es más fácil para ellos entender los conceptos de "los judíos controlan el mundo" o "tienen una agenda" que analizar de verdad la situación de manera apropiada o buscar evidencia para sustentar tales afirmaciones. […] A final de cuentas, la propaganda islamista es con frecuencia una copia directa de los regímenes totalitarios del siglo XX, como la Unión Soviética, la Alemania Nazi, la España de Franco y de otros fascistas europeos, y los Nacionalistas Árabes. Sostiene que la democracia y los derechos humanos son una farsa que esconde los trabajos secretos de conspiraciones siniestras […] No es de extrañar que ahora el mundo nos trate a los sudaneses como niños, o como gente indefensa secuestrada por un puñado de islamo-fascistas enloquecidos. Nadie sabe cuándo ni dónde aterrizaremos a las malas como nación".
El Consejo Musulmán de Gran Bretaña afirmó que "[las autoridades sudanesas] reaccionaron de manera exagerada en este triste asunto y este episodio. Gillian nunca debió ser arrestada, mucho menos acusada ni condenada por cometer crimen alguno". El Congreso Musulmán Canadiense, antes de la sentencia, condenó también el hecho y para protestar había pedido a sus miembros enviar pequeños osos de felpa a la embajada de Sudán en Ottawa. Tarek Fatah, presidente del Congreso, le explicó a la revista Macleans que no existe ley islámica alguna que prohíba ponerle Mahoma a un oso de felpa y dijo que las afirmaciones de los extremistas ofendidos "son una absoluta tontería: hay asesinos, bombarderos suicidas y violadores que se llaman Mahoma". En su blog, Amjad, quien vive en Omán, fue más contundente:
"¿En qué parte del mundo una profesora británica va a saber que llamar al oso de peluche Mahoma [Mohammed] insultaría a nuestro profeta, especialmente cuando 20 de 23 niños ELIGIERON llamar al oso Mahoma y que no era ella la que le puso ese nombre? ¿Por qué suponen que le pusieron así al oso por nuestro profeta (bendígale Dios y le dé su paz)?"
Lord Nazir Ahmed, miembro de la Cámara de los Lores, habla a los medios en Jartum (Foto: Andrew Heavens / Flickr, licencia CC-NC-ND)
Tras la condena, y mientras la profesora era trasladada a un lugar secreto y la escuela cerrada por seguridad, dos miembros musulmanes de la Cámara de los Lores, invitados por un asesor del presidente sudanés, partieron el sábado 1 de diciembre hacia Jartum para negociar la libertad de Gibbons. Lord Nazir Ahmed y la baronesa Sayeeda Warsi se reunieron con el mandatario Omar al-Bashir la mañana del lunes 3, y consiguieron que éste indultara a Gibbons. Ahmed expresó que todo había sido "un malentendido desafortunado’’, reiteró el respeto del Reino Unido por el Islam y afirmó su deseo de que “las relaciones entre los dos países no sean dañadas por este incidente". Mientras abordaba el avión que la traería de regreso a Inglaterra, Gibbons le decía a The Times: "sólo quiero relajarme, no quiero decir nada, estoy cansada". Horas antes, había dicho en un comunicado que había recibido buen trato en Sudán y se disculpó, reiterando que "le tengo un gran respeto a la religión islámica y nunca ofendería adrede a nadie".
Difícilmente se puede equiparar esto con las caricaturas del diario danés Jyllands-Posten de hace un par de años. Es bastante claro, salvo para los enardecidos fanáticos yihaidistas (y uno que otro fan de gentecita de la calaña de Ahmadineyad) que Gibbons no tenía intención alguna de ofender al profeta del Islam. No obstante, ella y los oficiales del colegio demoraron mucho en caer en cuenta de lo peligroso que podía ser el haber permitido que los niños le pusieran Mahoma a un oso de felpa, en un país más preocupado por encubrir el genocidio de Darfur con cualquier tontería en la agenda política que solucionar su crisis interna.
Por más ridículo y absurdo que pudiera parecer este incidente, y aunque soy de los que cree firmemente que los jerarcas de las religiones (y sus turiferarios fanáticos, no los creyentes en general) han sido y son, en su gran mayoría, responsables y causantes de muchos derramamientos de sangre a lo largo de la historia, cometiendo crímenes "en nombre de Dios", pienso que la lección, en el caso de la señora Gibbons, ha quedado aprendida. El viajecito a Sudán debió haber estado precedido de algún tipo de instrucción acerca del Islam, más allá de las "travesuras" de Osama y sus amigos extremistas. Más que seguir el refrán aquel de "donde fueres haz lo que vieres", creo que, ante lo que uno no conoce y no puede resolver, hay que agachar un poquito la cabeza y recordar una máxima que normalmente suele despreciarse: "si no entiende, PREGUNTE".
A Gibbons, después de todo, le quedará el "susto" como experiencia. Pero las víctimas de la guerra en Sudán, en medio de la ineficiencia de la ONU y de los intereses de ya sabemos quiénes, no tienen otra opción distinta a quedarse. ¿No les recuerda eso a cierto país apasionado y tropical? A los que luego de leer esto se creen más "civilizados" que los sudaneses les queda de tarea esta pregunta: ¿qué es más absurdo: este incidente con un oso de felpa o los 3 millones de desplazados que ya no caben en las ciudades colombianas, esos que "afean los semáforos" como dicen las señoras que se consideran "de bien"?
mircoles 5 de diciembre de 2007, 09:06 COT
Después saldrán hablar los “académicos” de un supuesto “choque de civilizaciones”, con sofisticadas teorías sociopolíticas e históricas, cuando en realidad, esto es tan solo barbarie humana e intolerancia, de la misma clase exactamente que le aplicaron a Salmon Rushdie. Este artículo es una excelente referencia para un artículo futuro, hablando de otras visiones extremistas, como la del Opus dei y la posible consolidación, potencialmente más peligrosa aún en mi concepto, de la nueva pseudoreligión cristiana del “creacionismo”, que pretende reinstaurar la condena a la obra de Charles Darwin. ¿Estaremos entrando en alguna especie de neomedievalismo? Saludos.
mircoles 5 de diciembre de 2007, 15:27 COT
Es que hay que ser muy cuidadoso con esos asuntos de la religión, es decir no cro yo que se pueda enseñar nada en sudan de la misma manera como se enseña en USA!!!! De todas maneras pobre señora…