Secretos bajo el hielo

Que en nuestro planeta existan aún lugares recónditos, sin explorar, y aguardando grandes descubrimientos, parecería poco probable a primera vista. Se supone que el planeta entero ha sido cartografiado y explorado, incluso ya ha sido repartido en toda su extensión entre las diferentes naciones del planeta, y quizás por ello sea lógico concluir que no quedan muchos descubrimientos científicos de “gran magnitud” por hacerse. Esta es una conclusión “superficialmente cierta”, pues valga la redundancia, es cierta en la medida que nos refiramos a la superficie terrícola.

Existe, sin embargo, todo un mundo por descubrir debajo de la superficie, bien sea que estemos hablando de las profundidades del océano, del Amazonas (que vamos conociendo a medida que lo destruimos), o más interesantemente aún, debajo de las enormes capas de hielo alrededor del Polo Norte, o las del Polo Sur, por ejemplo.

Una expedición de científicos de la NASA y del Instituto de Exploración Polar de Noruega, se aventuró a principios del año 2002 a explorar las gruesas capas de hielo de los glaciares noruegos, con miras a probar nueva tecnología para ser usada posteriormente en la exploración de unos lagos glaciares en el hemisferio opuesto, más concretamente en el Polo Sur, donde se han descubierto unos 150 lagos inmensos debajo del hielo.

El más conocido es el Lago de Vostok, más precisamente en el continente helado de la Antártida (ver mapa). Tiene un área de unos 50 km de ancho por 250 km de largo, su tamaño es similar al Lago de Ontario en Norteamérica. Se presume que debajo de las espesas capas polares que ocultan el Lago de Vostok hay agua dulce aislada del resto de los océanos por millones de años, y que por ende allí podrían encontrarse microorganismos o formas de vida primitivas aún no descubiertas por el hombre contemporáneo.

Normalmente el agua se congelaría a -3 grados centígrados (temperatura promedio del agua del lago), sin embargo la profundidad de este tipo de lagos es de 400 o más metros, por ende contra más profundo, pues hay más presión, naturalmente. Además el lago tiene que soportar 4 km de hielo por arriba. Para que los lectores se hagan una idea, la presión atmosférica a nivel del mar es de 1 atm (atmósfera) o 760 mm Hg (= 1 bar). En el agua, cada 10 metros de profundidad equivalen a una atmósfera adicional de presión. Por ende, a 200 metros de profundidad, por ejemplo, la presión es de 20 veces la de la atmósfera a nivel del mar. Por otra parte, deben soportar el peso de la capa de hielo por encima de ellos, cuyo espesor es de 4.000 metros. Por otra parte, se cree que en lo profundo de estos lagos existen fuentes de calor termales que provienen del núcleo de la tierra. De esta manera el hielo rodea estos mares por arriba, la tierra firme a los lados y por abajo, creando ecosistemas cerrados o aislados del resto del planeta.

Tecnología de exploración del cryobot

El cryobot básicamente es una sonda con instrumentos y equipos de medición, con la forma de un cilindro, pero más romo en la punta. Tiene 1 metro de largo y 12 centímetros de diámetro. Su punta genera calor haciendo que se derrita la nieve a su alrededor, con lo que se va hundiendo y profundizando. Esto es muy diferente a la acción desgastadora y más compleja de perforar el suelo de la tierra con elementos que producen fricción, como cuando se taladra en busca de petróleo. La sonda va conectada permanentemente por un cable del que cuelga a una central en superficie, y a través del cual recibe energía, comandos y transmisiones de datos de ida y vuelta.

Hasta ahora la máxima profundidad a la que se ha logrado llegar con este equipo es de 23 metros. Pero como veíamos, la capa de hielo que cubre al Vostok tiene unos cuatro kilómetros de espesor, según los estudios de radar llevados a cabo por científicos rusos e ingleses que descubrieron los lagos apenas en los años noventa. Por tanto estos ecosistemas independientes de los lagos albergan muchos secretos de los cuales poco sabemos.

Importancia de la tecnología del cryobot

Lo que muchos no saben además, es que la importancia de la exploración con cryobots es enorme, pues será el modelo a seguir para la búsqueda de vida en otros confines de nuestro Sistema Solar. Más concretamente, en Marte, en el famoso casquete polar de hielo, recientemente descubierto, y donde aún no se ha probado nada sobre la existencia o no de vida marciana, y en uno de los satélites del planeta Júpiter, llamado Europa.

Pero más allá de la asombrosa tecnología e imaginación empleada en el gran invento del cryobot, muchos nos seguimos preguntando, como se confirma o descarta en la práctica la vida micro- o macroscópica en lugares poco accesibles como la Antártida, o tan lejanos como Júpiter.

¿Cuáles son los criterios y técnicas empleadas en la búsqueda de vida en nuestro universo? ¿Cómo se pretende continuar la búsqueda de vida en otros planetas? ¿Cómo nos afectan estos hallazgos?

Como siempre, en la ciencia no existen respuestas absolutas, pero en la próxima entrega de esta columna, se darán luces sobre algunas posibles respuestas a estas preguntas. Por ahora, los que tengan un espíritu similar al del escritor de ciencia ficción, Julio Verne, pueden ir planteando sus propias especulaciones… o preguntas.

Todas las fotos son de la NASA, por tanto, son de dominio público.

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