Ignominia, el legado de López Trujillo
Columnas > CulturaPor Carlos Uribe de los Ríos
martes 22 de abril de 2008 22:20 COT
Preguntar por el legado del cardenal Alfonso López Trujillo es un exabrupto. Si hay que reconocerle algo a este obispo furibundo es el fortalecimiento del sector de la Iglesia Católica más conservador, tradicional y ajeno a las preocupaciones de muchos de sus fieles. De resto, su rastro por el mundo fue de persecución y encono.
López Trujillo supo ganarse siempre el apoyo y respaldo de los poderosos. En eso resultaba hábil y persistente. Su nombramiento como obispo auxiliar de Bogotá vino después de que organizara con éxito la visita de Pablo VI a Colombia y se hiciera reconocer del Papa. Y desde la presidencia de la Conferencia Episcopal Latinoamericana –Celam– siendo arzobispo de Medellín, se dedicó a contra atacar a todos los obispos, curas y monjas que predicaban la Teología de la Liberación en este continente y sobre todo, a quienes abiertamente defendían su opción religiosa por los más pobres.
Monseñor tenía especial cuidado en mantener lejos, en el ostracismo, a sus contradictores. En Medellín separó del ejercicio sacerdotal o enviaba a las parroquias más difíciles y alejadas, a quienes se atrevían a enfrentar sus puntos de vista. Lo que no solo significaba una especie de destierro eclesial, sino también una clara condena a aguantar hambre.
No sé cuántos recordarán hoy al padre Carlos Alberto Calderón, asignado por López como castigo a la parroquia del barrio El Corazón, con tan mala fortuna para el obispo que el sacerdote se convirtió en líder y motor de una comunidad que la Iglesia había tratado sin caridad ni esperanza. Calderón, perseguido sin remedio, con más furia y ahínco, y símbolo en la Medellín de entonces de los clérigos víctimas de López Trujillo, terminó de misionero en África, donde pocos años después moriría víctima de una enfermedad tropical.
El arzobispo tenía esa doble mira siempre presente. Y en eso consistió su éxito. La obsecuencia con los sectores más conservadores de la Iglesia, apadrinados por Roma y en especial por el entonces poderoso cardenal Ratzinger, el actual Papa, y el control casi policial de sacerdotes y religiosas que persistían en un ejercicio cristiano más cerca de los pobres y más lejos del patriarcado autocrático y de la opulencia.
- 19 abr 2007: Murió Alfonso López Trujillo
- 4 nov 2006: Carta abierta a monseñor Darío Castrillón
Ya en Roma, como presidente del consejo de la familia, se apuntaló en sus ideas con el respaldo de Juan Pablo II y casó peleas propagandísticas con todos los sectores progresistas en el mundo, y se sumó jubiloso y efectivo a las campañas internas en contra de las transformaciones introducidos por el Concilio Vaticano II, liderado por el Papa Juan XXIII.
Por eso, preguntarse ahora por el legado del cardenal Alfonso López Trujillo es desconocer su trayectoria o darle demasiada importancia a sus ínfulas de “papable”, una ambición que por fortuna no le permitió la muerte.
martes 22 de abril de 2008, 22:31 COT
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mircoles 23 de abril de 2008, 03:40 COT
Pues es de aquellos que la purpura cardenalicia les alejó de Dios.
mircoles 23 de abril de 2008, 07:21 COT
Muchas fueron las víctimas de su radical y absoluta manera de entender el poder como dominio y no como servicio.
Otros dos sacerdotes que sufrieron el ostracismo (entre cientos) Gabriel Díaz (quien ejercía en el barrio de invasión Santo Domingo Savio en los 60 y a quien Gonzalo Arango le dedicó una crónica titulada: “Jesucristo en bluyines”) y Federico Carrasquilla quien trabajaba en el barrio Popular.
Su único legado: enseñarle a otros como trepar hasta llegar al Vaticano con tácticas de inquisidor y perseguidor.
mircoles 23 de abril de 2008, 15:36 COT
Siempre me dolio la persecusion contra la teologia de la liberacion como verdadero valor de sincretismo.
Estos personajes tan siniestros tienes otros que les mantienen ropajes celestiales.
mircoles 23 de abril de 2008, 20:20 COT
López Trujillo, miembro del ala más anacrónica y pérfida de la institución humana más anacrónica y pérfida de todas.
mircoles 23 de abril de 2008, 20:48 COT
Cierto. Las verdades verdaderas bien dichas.
q.p.d.e.p. (que pueda descansar en paz)
Saludo equinoXial para tí Carlos Uribe de Los Ríos!
mircoles 23 de abril de 2008, 23:40 COT
Que buena noticia la muerte de ese sujeto Cardenal Alfonso López Trujillo, me alegre tanto como caundo mataron a Raul Reyes, la diferencia es que este cardenal el arma que tenia era esa bocota homofóbica, que como bíen se sabe es una caracteristica de los homosexuales reprimidos y que ademas criticaba el uso de los condones, claro me imagino que a el no le gustaba ponerse ese plastico con sus amiguitos de la iglesia, que pedofilos es lo que tienen esas sectas religiosas.
sbado 26 de abril de 2008, 15:39 COT
Todo un símbolo de la iglesia actual, en la que pronto desaparecerá todo rastro del Concilio Vaticano II y su intento de modernizar la iglesia. Los del Opus deben estar inconsolables. Mientras tanto ya le hice mi secreto homenaje comprando una caja de condones a la que espero darle buen uso muy pronto.
mircoles 30 de abril de 2008, 01:20 COT
[…] Uribe hace un sentido obituario al cardenal Alfonso López […]
mircoles 30 de abril de 2008, 19:10 COT
Creo en Dios Padre, pero no, en la iglesia
Ya sea la de Roma, pero, Rusia o Grecia
El papa está, pero, a Dios invocando
y anda con el César, pero, traficando.
Por amor a Roma,`pero, dijo Bruto
maté a Julio César, pero, el muy hastuto
Yo, por amor, pero, a la Humanidad,
del papado, pero, diré la verdad.
Veinte siglos, pero, de la gran mentira…
de que por la iglesia, pero, el mundo gira.
De arrojar al fuego, pero, tengo ganas,
a todo aquél, pero, que use sotanas.
Tuvo el mundo, pero, sólo un cristiano.
Después ya la iglesia, pero, metió mano.
Te cuento, no existe, pero, el cristianismo.
Sí esxiste, pero, el funesto papismo
jueves 1 de mayo de 2008, 17:32 COT
[…] Este artículo está disponible en ESPAÑOL […]
sbado 14 de junio de 2008, 05:45 COT
López Trujillo fue uno de los últimos representantes de la edad media colombiana, la cual duró más o menos (con el rigor relativo de la historia), entre 1888 y 1968. Era un perfecto clérigo medioeval, más o menos de esos que polularon Europa en el siglo X (cfr. ese siglo en Historia de la Iglesia). Entendía el mundo de una manera muy diferente al resto de los demás mortales de finales del siglo XX e inicios del XXI: es decir, pensaba que la Iglesia, más que la Iglesia del Cristo peregrino, de pelo largo, de mochila al hombro y de predicaciones al descampado, era y debía ser el Poder alterno al Estado. Había en Su Excelencia un cierto sentido de responsabilidad histórica: tenía que salvar a la Iglesia (la de Bonifacio, entiéndase, no la de Pacho de Asís o la de la parroquita del Sagrado Corazón a mitad de Medallo) de los tentáculos del diablo, que para él eran el modernismo, los derechos humanos, el compromiso con el desarrollo de los pueblos, la participación, las comunidades de base, todas esas cosas de las que oía hablar y le daban unas ganas de vomitar las hijuemadres. Era así como se sentaba en su tronito mandado a hacer sobre la cabeza de quien le diera la gana, viviendo a plenitud su edad media colombiana.
Dicen que se encontró de purita casualidad con el Cardenal Karol Woitila el mismo día en que eligieron a Albino Luciani, alma de Dios que como era tan angélica y hacía tanto bien a la gente, Dios y la mafia se acordaron de él exactamente 33 días después de iniciado su papado (día por año de la vida de Cristo, según la tradición, para que su muerte fuera una verdadera pasión). Pues sí, se encontró nuestro López Trujillo Alfonso Cardenal con Woitila bajo el pórtico de una puerta vaticana porque estaba lloviendo y le contó el colombiano al polaco que tenía todos los papeles listos para combatir la herejía de la teología de la liberación, doctrina que hablaba pecados como ayudar al pobre y todas esas cosas condenables. Ejem, se hicieron amigos esa misma tarde.