¿Cuándo acabará esta pesadilla?
Columnas > Cómic en serioPor Doctor Comic
mircoles 3 de abril de 2013 0:01 COT
Buen día, lectores. He regresado desde los confines del tedio y la desesperanza para atacar con toda la furia posible un problema que el grueso de la comunidad científica se niega a considerar como tal, me refiero a ese espantoso y deleznable género ¡¿musical?! conocido con el nombre maldito de reggeaton (¿se escribe así?, no lo sé y es una de las cosas que no me interesa saber) [N. del E.: debe escribirse “reguetón”].
¿Pero en qué radica el problema científico de tan atroz género? Bueno, las respuestas a esta pregunta son muchas pero solo trataré las más importantes.
1. El asesinato del buen gusto
Ni siquiera le puedo decir “muerte”, es más bien un asesinato a sangre fría del buen gusto del ser humano, y como hay un ser humano envuelto en este crimen pues entonces la palabra asesinato cobra validez.
Ese asesinato del buen gusto no se limita tan solo a la falta total de conocimiento musical de quienes “componen” e “interpretan” estas porquerías: el problema de despescuezar al buen gusto radica en el mensaje transmitido por esta horda de babosos. Y el mensaje es bien claro y simple: con plata compras todo, el estudio no sirve de nada.
Muchos dirán que se transmiten otros mensajes, pero en gran medida todo se resume a esto, esta mendacidad musical es concebida de y para ignorantes, para vagos, zánganos y lapas sociales que un buen día fueron arrancados de la esquina en la cual asaltaban viejitas o de los parques en los que se atascaban de vicio para comenzar a atracar en grande en las disqueras y seguir metiendo ya no en un parque sino en mansiones, yates y aviones privados.
El buen gusto cae ultimado por estos mediocres en el momento en el que hasta la gente culta e ilustrada comienza a sentirse empalagada y contagiada de este mal. Y digo contagio en términos de virosis porque cada individuo que sucumbe en las garras del reguetón no sale bien librado del proceso, comienza un proceso de involución intelectual tan abrupto que se determina por el progresivo abuso de la palabra “parce”, síntoma sine qua non que certifica la inminente defunción cerebral de la víctima.
2. La arrogancia infinita de la bestialidad
Existen hoy en día multitud de farsantes y delincuentes que se sientan tras estudios de sonido y lanzan a la fama a las nuevas “estrellas” reguetoneras, una serie de mentecatos agrandados que pasaron un buen día de servir tintos en las emisoras a ser los encargados de seleccionar el material (fecal).
Por otra parte, la estrella reguetonera de turno también se convierte en una criatura de mirada distante e impotable, cual si se tratara de condes o marqueses con señorío recientemente adquirido: son los nuevos Lores, los señores de la chabacanería, los adalides de la imbecilidad y mal llamados “artistas” para una generación de idiotas que simplemente buscan algo que no implique estrenar el cerebro (¿lo están reservando para una ocasión especial? ¡vaya uno a saber!)
Los nuevos Lores se pavonean con sus jetas agrandadas y sus miradas asesinas en un continuo de autoelevación que les conlleva crear toda una mitología barata a su alrededor. Lo primero es cambiarse el nombre y ponerle adelante una “J” que suena “YEI”, esto con el objeto de… no tengo la más puñetera idea de cuál sea el objeto de semejante estupidez ¡pero les encanta!
3. Música R. I. P.
Si alguien me dice que el reguetón es música lo primero que hago es irme del lugar sin ni siquiera voltear a ver a quien lo dijo, llego a la esquina y entonces estallo en carcajadas. Es más: hay gente que se considera a sí misma experta en el tema y otros son ya cotizados “DJ” que se dedican a la agotadora empresa de organizar y catalogar la “música” por “temas”, “artistas” y “géneros”.
Yo sugeriría que esta gente se dedicara a organizar, catalogar y agrupar basura y nadie notaría la diferencia. Si me la pasara escogiendo el “reguetoncito rico” con el que voy a amenizar una fiesta de tarados y para ello gasto más de media hora de mi vida preferiría lanzarme al vacío con un pañal en la mano como paracaídas.
La música de verdad es algo taaaaaaaaaaaan remoto de este mal llamado género que no vale ni la pena presentar argumentos, cualquier aficionado a la música sabe que el reguetón y su profundidad multivariada se sostienen en cinco huevonadas rítmicas que se repiten una y otra vez. A continuación, la fórmula científica básica de todo el reggeaton:
PAM PAPA PA PAM PAPAPA PAM.
¡Listo! Use esto de fondo, ahora traiga a un calvo bien drogo y malo y póngalo a contar lo que le pase por las tres neuronas de su cabezota, remasterícelo, afínelo digitalmente (¡porque ni eso!) y ya tiene el nuevo éxito de “J caca”.
4. Erotismo y sensualidad, erradicados
Si alguien cree que esta música incita a las relaciones sexuales, que excita o estimula el imaginario erótico, déjeme decirle que está muy equivocado. Esta basura no da ni para eso: no se generan estímulos eróticos o sensuales, se estimula más bien la parte animal del cerebro humano, la parte arrecha que es tan natural para los perritos o los toros en celo, eso es todo.
Incluso, quienes componen e interpretan esta porquerías llegan incluso a dejar de manifiesto su impotencia sexual latente o sus instintos de depredación sexual reprimidos. Para la muestra un botón que tuve la desgracia de oír hace poco.
El siguiente estribillo será desglosado con todo el rigor científico, así es que si algún cultor del reguetón ha logrado llegar (y entender) algo de lo dicho hasta ahora, es mejor que deje la lectura y regrese a su iPod relleno de basura:
—“…cierra los ojos, relájate y coopera…”
¿Qué es esto? ¿El manual para el violador del mes? ¿La aceptación de la hediondez física de quien canta? Porque si le va advirtiendo a la nena que cierre los ojos es con el ánimo de que no se vomite del asco durante el coito con el orangután que tiene encima.
Por otra parte, está el puntilloso “relájate y coopera”, es como el viejo adagio “en caso de violación, relájese y disfrute”. Además quien canta de seguro tiene problemas eréctiles como para necesitar la cooperación de la chica y quizás la asistencia técnica de la misma.
En resumen, este es un primer manifiesto de queja y desprecio abierto por el susodicho género “musical”, y si creen que el Doc se fue lanza en ristre esperen lo próximo, porque honestamente este cuento del reguetón me sabe absolutamente a…
Mierda
…y creían que no lo iba a decir, ¿no?
domingo 7 de abril de 2013, 20:36 COT
Comparto buena parte de su opinión, mas no cree que al escribir este articulo, no hace sino darles mas publicidad?, y que ellos se declaren victimas y digan que sus vídeos, no son sino la expresión de mentes creativas cuyo arte no sabemos entender?… Al fin y al cabo la sociedad en general prefiere esta “música” que escuchar arte de verdad?… Con dolor debo decir que esta es tan solo una voz en el vacío….