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Veteranos australianos de la ocupación siguen luchando por reconocimiento

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martes 21 de agosto de 2007 0:01 COT

(Publicado originalmente el 10 de agosto de 2007)

BCOF
Miembros australianos de las BCOF permanecen atentos frente a la Estación de Tokio en mayo de 1946 (© Mainichi Shimbun)

No mucho tiempo después del final de la Segunda Guerra Mundial, John Collins se sentaría a comer sánduches en la Zona Cero de Hiroshima, y luego escudriñaría en los escombros abandonados por la ciudad sometida al primer ataque nuclear, buscando objetos que pensó podrían ser históricamente valiosos.

Collins era en ese entonces un zapador de las tropas australianas que formaban el grueso de las Fuerzas de Ocupación de la Mancomunidad Británica (BCOF por sus siglas en inglés) estacionadas en Japón de febrero de 1946 a abril de 1952.

Pero semanas después de su rebusque en la Zona Cero, Collins fue hospitalizado luego de que empezara a pasarle sangre en la orina. Cuando le hacían el tratamiento, el cabello le empezó a caer en gran cantidad. Se rió en ese entonces. Ha tenido poco de qué reírse en los siguientes 60 años.

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Miembros australianos de las BCOF marchan frente al cuartel general de las Fuerzas de Ocupación en Tokio, foto sin fecha (© Mainichi Shimbun)

Tras soportar picazones, sarpullidos, alergias, gripes y el ocasional vahído, Collins fue diagnosticado en 1986 con un tipo de cáncer de médula ósea llamado policitemia vera.

Ahora, con 79 años de edad y 17 después de que le dijeran que no le quedaban más de dos años de vida, el veterano de las BCOF cree firmemente que su enfermedad proviene de la radiación en Hiroshima cuando estaba en la prefectura en una misión del servicio en 1947.

Decenas de tropas de ocupación de los Estados Unidos, Gran Bretaña y Nueva Zelanda que prestaron su servicio en las ciudades bombardeadas de Hiroshima o Nagasaki y posteriormente sufrieron de enfermedades inducidas por la radiación han recibido tratamiento médico y pensiones de invalidez de sus gobiernos.

Pero en Australia, donde los veteranos de las BCOF se llaman a sí mismos la "Fuerza Olvidada" por lo que ellos creen es negligencia de las autoridades, el gobierno rehúsa reconocer a militares como Collins que afirman que fueron afectados por la radiación residual en Hiroshima.

"No tienen honor", dice Collins, en referencia a los oficiales del Departamento de Asuntos para los Veteranos de Australia (DVA por sus siglas en inglés) que se niegan a reconocer los efectos de la radiación de Hiroshima. "Recibo una pensión de guerra por otros asuntos denominados menores, como enfisema, trastorno de estrés postraumático (TEP) y espondilosis cervical por mi fractura de espalda, pero no aceptan el cáncer óseo".

Las BCOF tenían su base de operaciones en la prefectura de Hiroshima, inicialmente en Etajima y luego en Kure, un puerto a cerca de 20 kilómetros de la ciudad de Hiroshima.

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Inspección a tropas australianas de las BCOF en Tokio en 1947 (© Mainichi Shimbun)

Un batallón de infantería se concentraba en Kataichi, aproximadamente a 7 kilómetros de Hiroshima, mientras que algunas tropas estaban apostadas en la ciudad misma, trabajando en el puerto de Ujina, a alrededor de 4 kilómetros de la Zona Cero.

En su punto más alto en 1946, las BCOF consistían de 45.000 miembros, la mayoría de ellos australianos, pero también había tropas de Gran Bretaña, India y Nueva Zelanda. Alrededor de 20.000 australianos sirvieron en las BCOF y fueron acompañados por un número desconocido de dependientes, pero probablemente superior a 1.000. Las autoridades australianas nunca han realizado un estudio formal sobre la salud en general de los veteranos de las BCOF, ni oficializado las listas de dependientes y los números exactos permanecen desconocidos.

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Miembros de la 34ta. Brigada de Infantería Australiana de las BCOF marchan frente a la Estación de Tokio en mayo de 1946 (© Mainichi Shimbun)

Miembros del servicio y sus familiares dicen que su acceso fácil a Hiroshima y el masivo consumo de productos de la bahía de Hiroshima los expuso a la contaminación por radiación y los llevó a instancias extraordinariamente altas de cáncer y a muertes o enfermedades prematuras.

"Se estima, a través de investigación interna, que alrededor del 70 por ciento del personal de servicio masculino y femenino de las BCOF sufrieron de dolencias relacionadas con el cáncer y atribuidas a los efectos de la radiación. Hay algunos casos de hijos de ellos sufriendo de cáncer y defectos físicos", dice Ron Orwin, de 80 años, un veterano de las BCOF que culpa a la contaminación por radiación durante su gira en Japón de noviembre de 1947 a mayo de 1948 por una variedad de enfermedades que ha sufrido, entre ellos dermatitis crónica y cáncer de piel.

"Tenemos la firme opinión de que tales enfermedades fueron resultado de la exposición a la radiación incluso seis meses después del uso [de la bomba atómica]. El gobierno se niega a aceptar cualquier conexión entre la irradiación de la zona de Hiroshima, afirmando que [el bombardeo] fue un estallido de aire con ningún efecto fatal de largo plazo para los lugareños japoneses y las fuerzas de ocupación".

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Soldados australianos de las BCOF (al frente) se preparan para cambiar de guardia con miembros británicos de la fuerza en Tokio en noviembre de 1946 (© Mainichi Shimbun)

Rosemarie Carman, quien vivió en Japón desde cuando tenía 4 años hasta cuando tuvo 9 mientras su padre militó en las BCOF, dice que las historias de dependientes de la fuerza que habían muerto de cáncer eran comunes. Había tenido obstáculos por la falta de una lista oficial de dependientes, pero reveló páginas y páginas de ejemplos detallados que había recopilado de miembtos de las BCOF o de sus familiares que habían muerto o enfermado de cáncer y de otras enfermedades según ellos culpa de la radiación de Hiroshima. "Ahora tengo demasiado morbo por hacer la lista de todos", dice Carman, ahora de 64 años.

Un portavoz del DVA, mientras tanto, dice que "el DVA no tiene conocimiento de dato alguno que apoye esta afirmación". En 2002, el DVA encargó a la Agencia Australiana para la Protección de la Radiación y Seguridad Nuclear (ARPANSA por sus siglas en inglés) para que informase sobre estimados de dosis de radiación que pudieran haber afectado a personal de las BCOF. El informe de ARPANSA se basó en estimados de límites máximos y de los peores desenlaces posibles. Un informe similar que examinó la exposición a la radiación atómica por el consumo de comida de mar en la bahía de Hiroshima fue llevado a cabo por el Centro Nacional de Investigación de Toxicología Ambiental de Australia (NRCET, por sus siglas en inglés).

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Soldados australianos reparten comida a niños de un orfanato cerca del cuartel general de las BCOF en Kure, prefectura de Hiroshima, el 18 de junio de 1946 (© Mainichi Shimbun)

Basado en los hallazgos de estos informes, el DVA decidió que, aunque casos individuales merecían ser considerados, era por lo general improbable que personal de las BCOF se hubieran contaminado por radiación en Hiroshima. "El motivo esencial de la baja exposición es que, para la época en que el primer personal australiano llegó a la zona, más de seis meses después de la detonación de la bomba, la desintegración y la dispersión de la radiación significaba que quedaba poca radiación residual", dice un denominado informe de los Comunicados del Director (SoP en inglés) del DVA publicado en julio de 2006.

El doctor Richard O’Brien de ARPANSA dijo que los efectos de la radiación en el personal de las BCOF serían insignificantes. "No hay dosis de radiación mínima que pueda asociarse con la inducción de cáncer. Para bajas dosis de radiación ionizante la probabilidad de un efecto es proporcional a la dosis. Las dosis estimadas para el personal de las BCOF en la zona de Hiroshima eran tan bajas que sería difícil distinguir el efecto de una dosis recibida mientras se encontraba en la zona de Hiroshima del efecto de la exposición a la lluvia radiactiva producto de las pruebas de armamento en los 60 años desde lo ocurrido en Hiroshima", afirmó.

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Soldados de la 34ta. Brigada de Infantería Australiana de las BCOF forman parte de la marcha de las BCOF frente al Palacio Imperial en Tokio en 1946 (© Mainichi Shimbun)

Un portavoz del DVA explicó al Mainichi que los reclamos de los veteranos de pensiones por invalidez son determinados por los SoP, que son reglas que decidan los factores que hay detrás de una enfermedad sujeto del reclamo. "Los SoP son desarrollados por una autoridad independiente reglamentaria llamada la Autoridad Médica de Repatriación (RMA en inglés). La RMA consiste de un panel de cinco médicos eminencias en varios campos de la ciencia médica. El papel de la RMA es determinar SoP por cualquier enfermedad, herida o muerte que pudiera relacionarse con el servicio en las fuerzas militares, con base en evidencias médico-científicas contundentes. La RMA sólo determina los SoP luego de investigaciones extensivas de la literatura médica y científica y de investigación en el ámbito mundial, relevantes a cada condición", afirma el vocero.

Científicos de la Fundación para la Investigación de los Efectos de la Radiación (RERF por sus siglas en inglés) en Hiroshima, un organismo financiado por los gobiernos de Japón y de EUA, apoyan los hallazgos de las organizaciones australianas. "Hay dos tipos de radiación residual: la radioactividad inducida y la lluvia radioactiva. En los seis días siguientes al bombardeo, los niveles de radiación residual en Hiroshima habían caído drásticamente. Así que en febrero de 1946, seis meses después del lanzamiento de la bomba atómica, la radiación residual del bombardeo nuclear habría sido casi la misma de los niveles naturales. Respecto de la lluvia radioactiva en la bahía de Hiroshima y otras zonas de la región, no hay datos en la RERF. Sin embargo, la cantidad de radiación que puede ser absorbida por lluvia radioactiva o por beber agua contaminada es sólo una cantidad mínima de lo que se hubiera obtenido de la exposición directa a la radiación emitida del bombardeo nuclear y no es una razón importante para temer", dice Toshinori Kurisu, del departamento de publicaciones y relaciones públicas de RERF.

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Australianos de las BCOF desembarcan en el puerto militar de Kure, prefectura de Hiroshima, el 13 de febrero de 1946 (© Mainichi Shimbun)

"La investigación de RERF ha mostrado que estos datos no han influido riesgos de cosas como el cáncer. Aun con exposición a la radiación externa, la cantidad de radioactividad detectada a 3 kilómetros o más del hipocentro de la bomba fue extremadamente baja, virtualmente cercana a cero. Basada en los datos de RERF, la posibilidad de que cualquier persona expuesta a la radiación a cerca de 5 a 10 kilómetros del hipocentro sea más susceptible al cáncer es virtualmente nula".

Pero no todos los expertos descartan la posibilidad de la contaminación. Sue Rabbitt Roff, socióloga médica del Centro para Educación Médica de la Universidad de Dundee en Escocia y autora de Hotspots: The Legacy of Hiroshima and Nagasaki ("Puntos calientes: el legado de Hiroshima y Nagasaki") sostiene que era "absoluta y completamente factible" que los veteranos de las BCOF sufrieran de los efectos de la radiación en la ciudad bombardeada.

The Mainichi
Primera página de la edición del 15 de febrero de 1946 de The Mainichi, anunciando la llegada de las tropas de las BCOF a Japón (© Mainichi Shimbun)

Ella dice que las consideraciones políticas como buscar evitar la crítica por liberar un arma tan destructiva se hacen por los intereses superiores de los Estados Unidos para asegurarse de que cualquier efecto a largo plazo de las bombas atómicas se minimizaran. "El gobierno de EUA, que ganó la guerra, tenía mucho en juego para negar [que el bombardeo atómico] fuera algo peor que una gran bomba incendiaria. Fue el periodista australiano Wilfred Burchett el primero en revelar que todavía se presentaban problemas después de las primeras quemaduras atroces", dice. "El gobierno estadounidense dispuso de agencias de investigación que nunca tomarían en serio la posibilidad de que había una larga contaminación de Hiroshima y Nagasaki".

Rabbitt Roff prosigue: "[Las BCOF] estaban [en Hiroshima] a comienzos del 46, así que eso fue de seis a ocho meses después de la detonación. [Sus reclamos de irradiación son] absoluta y completamente factibles. Si uno trata de ir a[l lugar del mundo donde ocurrió el peor accidente nuclear] Chernóbil hoy, 20 años después, y no puede uno ni siquiera acercarte. Intenta uno ir a las islas Montebello [en Australia], donde los británicos probaron sus armas nucleares hace 55 años… hay un gran aviso diciendo ‘No permanecer por más de 1 hora debido a la contaminación residual’. Intenta ir a Maralinga [otro sitio de pruebas de armas nucleares británico en Australia]".

The Mainichi
Artículo de la edición del 15 de febrero de 1946 de The Mainichi, anunciando la llegada de las tropas de las BCOF a Japón (© Mainichi Shimbun)

Mientras tanto, el debilitado soldado Collins, de las BCOF, seis décadas después de sus visitas a la Zona Cero de Hiroshima, y los disminuidos números de otros veteranos nucleares como él son obligados a seguir luchando con las burocracias. Su lucha se hace cada vez más difícil por sus avanzadas edades y el deterioro en la salud que las acompaña. "Su principal arma es la desidia", dice Collins. "Viven postergando las cosas tanto como sea posible hasta que el viejo veterano se enferme de la tristeza y se desespere de no obtener un resultado y se vaya. O se muera".

Robin Gerster, profesor asociado de la Universidad de Monash en Melbourne y profesor asociado por única vez de Estudios Australianos en la Universidad de Tokio, es uno de los más destacados expertos en el papel de Australia en la ocupación de Japón en la posguerra. Dice que justamente a los veteranos de las BCOF les queda difícil igualar la "evidencia" del incomprensivo establecimiento médico-científico con su conocimiento íntimo de las desmesuradamente altas tasas de enfermedades que los han afligido a ellos y a sus familias. "De un país que dice abrigar a sus hombres y mujeres militares, tienen derecho a sentir que sus gobiernos les han extendido un trato injusto".

Por Ryann Connell, Mainichi Daily News. Traducido del inglés por Julián Ortega Martínez 

© 2007 THE MAINICHI NEWSPAPERS. All rights reserved. Reproduced under permission (Todos los derechos reservados. Reproducido con autorización).

MAINICHI DAILY NEWS http://mdn.mainichi-msn.co.jp/

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Un comentario a la entrada “Veteranos australianos de la ocupación siguen luchando por reconocimiento”

  1. equinoXio » » Un coreano víctima de la bomba atómica, ignorado por su país y por Japón durante décadas
    jueves 1 de noviembre de 2007, 00:02 COT
    1

    […] que esté"— Kwan presionó para exigir beneficios de salud para los hibakusha extranjeros. Hay 230 hibakusha surcoreanos, muy viejos y enfermos para venir a Japón, que siguen sin […]



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