Los desafueros de Álvaro Uribe contra la justicia
Estancias > PolíticaPor Marsares
jueves 3 de junio de 2010 20:32 COT
Ya no se sabe qué pensar del presidente Uribe. Su ánimo pendenciero rebasa todos los límites, pero lo maneja de tal forma que al final concita en su favor el respaldo mayoritario de los ciudadanos. El discurso siempre es el mismo. Posa de héroe, habla de la patria, recalca su incansable labor por ella, señala a los enemigos que la quieren destruir, los obstáculos que le ponen en su camino, y las victorias que consigue contra viento y marea.
Sacrificio, moralidad y trabajo incansable, son los dogmas. Como los héroes griegos, Álvaro Uribe siempre está dispuesto a sacrificarlo todo por el bien de la Patria. Pero para un gran paladín siempre tiene que haber un enemigo feroz, terrible, la unión de todos los miedos, la peor pesadilla imaginable, tan grande que sólo el más grande, el más poderoso, el mejor de todos, puede destruirlo.
Pero ello implica tener a su disposición todas los atajos posibles y no concibe que se le cuestione por emplearlos. ¿Qué sería de Colombia si los “muchachos” no se hubieran armado y defendido la Patria cuando estaba a punto de caer sojuzgada por la guerrilla… y los desechables de Yarumal? Duele sobremanera que los tilden de delincuentes. El mundo al revés. Ellos defendiendo a los colombianos desde sus haciendas y la justicia encarcelándolos.
Explicable su enojo cuando los ayudantes de los "muchachos" como Jorge Noguera, un héroe más, son judicializados. Y así ha venido haciéndolo cada vez que cae uno de sus alfiles. No basta que los trate de proteger con cargos diplomáticos, la justicia, siempre la justicia, dañándoles el caminado. Esto es desmoralizante, dice. ¿Cómo se puede combatir a los enemigos si a toda hora hay que estar pendiente de no infringir la ley? Así no hay brigada que aguante, mijo.
Si la ley, si los jueces que la aplican, no le dejan combatir al enemigo, entonces la ley es la enemiga. Porque la ley no puede ser un fin en sí misma, inamovible, como “vacas muertas” siguiendo el símil de su ministro de transporte. Por eso hay que modificarla o cambiarla cuando se atraviese en el camino. Lo que no sirva que no estorbe, extensivo a quienes la aplican, terroristas morales, tan peligrosos como los otros.
El enemigo está identificado, el que se esconde en las montañas y el que se disfraza en los escritorios. A los unos ya los tiene arrinconados, o por lo menos eso asegura después de ocho años de guerra y de ser el segundo país de América Latina que tiene el mayor gasto militar (10.500 millones de dólares en 2009) y el honroso primer lugar por dedicarle más puntos del PIB (3,7%, Venezuela ocupa el quinto puesto). Pero a los otros… no es tan fácil. Es que así son las culebras, hay que matarlas por la cabeza.
Y para Uribe la cabeza no está en las montañas, sino cerca de su palacio. A un par de cuadras, conspirando desde otro palacio. Ahí está el averno. Una Corte Suprema que se cree de mejor familia, aliada de los guerrilleros, cuyos fallos no son en derecho sino contra él, minando su moral y por ahí derecho la de la patria. Ellos son tinterillos, o en palabras del ministro Gabriel Silva, francotiradores morales y traidores a la patria. Ni más faltaba.
Álvaro Uribe sabe "qué se quiere con todo esto", pero por fortuna él esta ahí, como el rompeolas que salva a Colombia de inundaciones extrañas que cantan el estribillo subversivo “el día llegó, llegó…”. Por eso grita a los cuatro vientos que “se van a estrellar. Porque me di el gusto en la vida de no ceder a presiones de la guerrilla, ni a tentaciones de paramilitares” y menos lo va a hacer con estos jueces que buscan imponer la ley a toda costa.
Se entiende el por qué de su ira descomunal con la que recorre las emisoras de radio, los noticieros de televisión, las inauguraciones, corrillos, compraventas, cualquier sitio público (y privado, que lo diga Job), con el vibrato que recuerda a los viejos oradores de centurias pasadas que enfundados en agua de colonia Juan María Farina y gomina Lechuga, eran los Pereas de la época, gritando los goles que le metían al pueblo, con el brazo sobre el pecho y la billetera escondida.
Peregrino de la antiley, como el profesor “verde que te odio verde” lo es de la antipolítica, Álvaro Uribe desparrama su bilis —otra vez— contra la Corte Suprema por haberse atrevido a seguir metiendo a la cárcel a los fieles seguidores del “todo se vale”. Hoy le corresponde a Mario Aranguren. En capilla están Sabas, Palacio, Moreno, María del Pilar y quién sabe cuántos más. “Ayudame, virgencita de Sabaneta, vos que todo lo podés”.
Un juez manda a la cárcel a Mario Aranguren y, por supuesto, ¿quién tiene la culpa? ¡La Corte Suprema!, grita Uribe y los de la U le hacen la segunda en coro con Roy Barreras de bajo y los encarcelados por videoconferencia. A un fiscal le instauran una denuncia contra el general Freddy Padilla por los “falsos positivos” y quiere averiguar qué fundamento tiene… ni más faltaba, la Corte Suprema tiene la culpa. No es de extrañar. En el mundo de Uribe todo funciona así, él manda y los demás obedecen, salvo que se metan en problemas, porque si te he visto no me acuerdo, marica.
No puede creer nuestra gallina capacitada, que en otros mundos no sea de la misma manera. Si en el Palacio de Nariño es así, si él manda y Colombia obedece, en el de la Justicia debe funcionar lo mismo, la Corte Suprema manda y los jueces obedecen. ¿O es que los jueces son ruedas sueltas? Inconcebible. ¿Alguien se puede sorprender de lo que dijo en la emisora Oxígeno de la cadena Caracol?:
“ahora los fiscales y los jueces no se atreven a negar una orden de reclusión carcelaria cuando de por medio está la instrucción, que es una orden, de un órgano superior de justicia”.
Y encima de eso reviran, se preguntó a las pocas horas cuando Jaime Arrubla, el presidente encargado de la Corte Suprema, le dijo que si sabía nombres que los dijera porque la acusación era grave, ya que los jueces sólo le obedecen a la ley. Por eso, con la ira a cuestas, fungiendo como el San Jorge criollo, algo así como el John Jairo de Salgar matando “caballos discapacitados”, en una entrevista para el programa de Radio Súper La hora de la verdad, que dirige su ex ministro Fernando Londoño Hoyos, la emprendió contra Arrubla:
"Han mediado presiones indebidas, como las palabras del presidente de la Corte Suprema de Justicia, quien ha dicho que Mario Aranguren es una persona peligrosa".
No importa cómo sean los amigos, siempre Uribe —nuestro presidente hasta las 3 de la tarde del 7 de agosto de 2010, bendito Dios— desea lo mejor para ellos, claro, si le han servido de consuetas, porque si no… que lo diga Vargas Lleras, por eso no puede creer que a los de su lado los meten a la cárcel mientras los de la Farcpolítica andan como Petro por su casa. No hay derecho. O todos en la cama, o todos en la cana. Menos mal que Juan Manuel no lo va a extraditar, o si no…
Claro que nunca se sabe.
jueves 3 de junio de 2010, 23:54 COT
Información Bitacoras.com…
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viernes 4 de junio de 2010, 17:42 COT
Un presidente griton y malhumurado que no sabe perder, serà que se cree todo poderoso?
lunes 7 de junio de 2010, 18:00 COT
Que no quiere que le toquen a los miembros de su mafia