Otra paradoja pop
Artículo destacadoPor Daniel Páez
mircoles 20 de junio de 2007 0:01 COT
En teoría, Bob Dylan representa el discurso contracultural del rock: fue realmente beligerante incluso frente a bandas como los Beatles y los Rolling Stones (a quienes NO inspiró para bautizarse con ese nombre, la expresión “piedra rodante” es de Muddy Waters), pues no sólo se manifestó contra la guerra, también fue un crítico del estilo de vida americano y consumista, del cual huyó en su adolescencia cambiando su nombre de Robert Allen Zimmerman a Bob Dylan en honor al poeta Dylan Thomas. Ahora resulta que este rebelde con causa es galardonado con el ñoño Premio Príncipe de Asturias en la categoría de Artes (no de Drogadictos Compulsivos como sugirió un amigo), premio que es algo así como un “nosotros los monarcas también creemos en el pueblo” y, definitivamente, la versión chafa y española del Nóbel pero con menos credibilidad aún que el premio nórdico.
No es la primera vez que a un rockero se le dan títulos nobiliarios o reconocimientos dentro del establecimiento, el mismo Dylan ha sido candidato al Nóbel de Literatura y con sus causas humanitarias se ha dado la mano con presidentes y ladrones de los que cuestionaba en sus canciones, ahí está no más We are the World, con todas las celebridades ochenteras pretendiendo salvar a África con sus limosnas lanzadas desde majestuosas limosinas. La noticia del Príncipe de Asturias la dio hasta Carolina Cruz en PYCN, quien supongo que pensó en Dylan, el de Beverly Hills 90210, cuando leyó en el teleprompter el nombre del eterno despelucado. Así que no voy a escribir sobre la noticia, voy a divagar sobre el tema y espero que los comentarios, si es que los hacen, no sean ataques personales sino opiniones sobre este asunto.
Zimmerman era un niño de un pueblo gringo deprimente que decidió que quería ser músico, se fue en busca de su sueño y creó una imagen de artista medio beat, medio hippie, salteado con orgullo folk y un halo de poeta maldito reforzado con letras contundentes y un sonido básico. Se convirtió en el icono de la guerra contra la guerra y hasta los británicos, sin tener esas raíces campesinas, quisieron sonar como él. Warhol lo tuvo en su fábrica, fue amigo de Hendrix, marido de Joan Báez, les enseñó a todos a cantar con la nariz y, a pesar de su discurso contestatario, vendió varios millones de copias antes de cumplir 26 años, hasta que sufrió un accidente en su moto. (Para los que quieran más información de esa parte de la historia, recomiendo seriamente este DVD)
Después del accidente en moto se dice que Dylan perdió su rumbo musical y que sólo lo recuperó el año pasado con el magnífico Modern Times. Yo creo que en 1966 Dylan era demasiado joven para ser rey del mundo, lo sobreestimaron y su fórmula se desgastó, aunque siempre ha sonado bien. Efectivamente, sus álbumes de los setentas y ochentas no son los más emocionantes, en realidad son planos, pero gran parte de lo que se hizo en el rock comercial de esas décadas fue igual o peor de aburrido (eso no es excusa, sin embargo sirve para que no se culpe a Dylan solito). Hay que sumarle que su discurso político se fue desdibujando hasta llegar a una especie de crítica conformista del tipo Bruce Springsteen (quizá la figura más aburrida del rock gringo) que, jamás me cansaré de repetirlo, lo llevó al patético We are the World, algo que en Los Simpson parodiaron como “Estamos enviando nuestro amor al pozo” con todo y Sting a bordo.
En los noventas no salieron muchos álbumes de Dylan, por suerte. No sé si el problema fue la incorrección de la época, los alaridos suicidas del rock alternativo o que, como dije alguna vez, las ideas de Dylan son muy obvias, expresadas prodigiosamente, con una poesía envidiable pero con un mensaje que todos tenemos claro: el mundo es muy feo y lo deberíamos mejorar, la guerra es mala, los políticos son unos mentirosos, debemos luchar por nuestros ideales y todas esas cosas que quienes nacimos después de 1970 hemos escuchado hasta en las películas de Disney. Eso no está mal, sólo es evidente y suena aburrido. Musicalmente, además, Dylan no cambió en nada, así que los menos jóvenes prefirieron a Tom Waits u otro tipo de cantautores más osados. Yo, por ejemplo, me quedé con Lou Reed porque mi papá me decía que Dylan se volvió una marca registrada y que la CIA lo compró, o algo así (paranoia de un antiguo comunista que ahora trabaja en un banco, claro).
Para el nuevo milenio cambió el panorama, de alguna manera renació el culto alrededor de Dylan y, aunque sus álbumes siguen sonando igual que hace 40 años, volvieron a parecer interesantes y honestos. Retrovértigo, neo-mamertismo o un merecido homenaje al que los historiadores han definido como el mayor pilar del rock. Ya con más criterio, pasando mis 20 años y sentado en un auditorio frente al Dylan de carne y hueso por allá en el año 2001, descubrí que no había ninguna conspiración para convertirlo en alguien dócil, él siempre fue un romántico y sus palabras son lugares comunes de la posmodernidad. Entonces, tal vez Bob sí consiguió su propósito de cambiar el mundo. Ahora todos piensan como él, hasta un idiota detestable como Al Gore lo hace (o por lo menos el que le escribe los libretos, digo, discursos), el problema de fondo es que ese pensamiento se convierta en acción. Claro que el asunto acá no es la política sino el rock y que Dylan es, gústele a quien le guste, el papá de todos tanto ideológica como musicalmente.
Quisiera escribir mucho más sobre el tema, pero tengo rabia y las drogas no la solucionan, siento algo como consternación orgullosa, satisfacción inconforme o algo tan paradójico como que Los Simpson sean el programa de televisión más visto y premiado de la historia, a la vez que se cagan en todo el mundo y no se perdonan ni a ellos mismos. Ya estoy acostumbrado a las paradojas pop: por un lado amo a Dylan y su carrera hasta el Blonde on Blonde. Por otra parte, me irritan este tipo de halagos corporativos a la carrera de un artista (ya me perturbaron el año pasado cuando premiaron a Almodóvar), soy demasiado incorrecto políticamente y sueño con un mundo lleno de tipos como Banksy y Frank Zappa o con menos pantalla para Dylan.
mircoles 20 de junio de 2007, 04:16 COT
Tus comentarios sobre Dylan los imprimo para limpiarme el c… Si de Dylan sólo has escuchado hasta Blonde and Blonde y has leído lo que cuatro monos copian por ahí pues lo mejor es callarse.
mircoles 20 de junio de 2007, 04:25 COT
Jajaja, menudo gilipollas estás hecho
mircoles 20 de junio de 2007, 04:42 COT
Hola buenos. Eso que dices que dylan te gusta solo desde el blonde on blonde y solo este último disco denota que no has escuchado nada de él y no tienes ni idea del tema. Asi que antes de opinar yo creo que deberias de revisar las fuentes y hacerte tu opinion por ti mismo no lo que dicen los periodistas de tres al cuarto y demás listos.
Deberias de escuchar blood on the tracks, oh mercy, time out of mind, love and theft,John wesley Harding y un largo etc. antes de dar conclusiones demoledoras.
Primero Dylan y Joan Baez nunca estuvieron casados.
Segundo Dylan nunca quiso cambiar el mundo, no te inventes cosas.
Tercero Si te gusta Lou reed y Waits deberias escuchar algunas de sus entrevistas y veras quien dicen que es su referente musical como el de otros muchos músiocos.
mircoles 20 de junio de 2007, 05:20 COT
Dylan es mucho Dylan para ti, admítelo.
¿…soy demasiado incorrecto políticamente y sueño con un mundo lleno de tipos como Banksy y Frank Zappa…? Pero tío, se extinguiría la especie humana! Tú lo que eres es un boquerón…
mircoles 20 de junio de 2007, 09:47 COT
Si usted se cree “demasiado incorrecto políticamente” y quiere un mundo lleno de gente como Banksy y Frank Zappa, pues es porque su concepto de “incorrecto político” es harto limitada.
mircoles 20 de junio de 2007, 23:10 COT
Desfiguraste a Dylan y de paso a la historia del rock. Ese es el resultado de circunscribir el mundo a Wikipedia y a Los Simpson. Te puedo asegurar que fue una maravillosa época.
jueves 21 de junio de 2007, 04:31 COT
solo decir ke dylan esta hasta los huevos de decir ke no se cambio el nombre por dylan thomas, solo lo cambio porke keria un nombre mas vistoso.
xao
martes 26 de junio de 2007, 11:14 COT
Si no resistimos unas palabras críticas -así no las compartamos- sobre Dylan, nos revelamos compo fanáticos insufribles.
El autor tiene razón en muchas cosas y posee una escritura deliciosa, irreverente, que anima la lectura y le pone pequeñas trampas al lector para que se revuelque en la silla.
Estoy de acuerdo en que uno tiene que comenzar por volver papilla sus ídolos para poderlos admirar en un contexto más serio. Pero me quedan dudas, de todos modos. Y no me refiero a inexactitudes en datos sino a valoraciones. Por ejemplo, se dice que Dylan es buen poeta pero que sus letras son obvias. ¿Al fin que? La poesía está la capacidad reveladora del tratamiento de los asuntos, de los temas, en hacernos sentir de modo distinto lo que quizás ya sabemos o resulta repetitivo en la vida cotidiana.
Dylan tiene el enorme valor de haber escrito canciones, en una armonía impresionante de letra y música, que sentaron bases, que nos abrieron los ojos, que nos obligaron a tener presente la porquería del mundo que apenas podemos cambiar en pequeñas dosis personales. Dylan nos dijo que es posible cantar las miserias con rigor, con verdad, con fuerza, con belleza. Y nos deja claro que la pobreza general de las letras de la música, en español por ejemplo, tiene que ver con la ramplonería de los criterios comerciales.
Si nos dedicáramos a examinar las letras de la música que conocemos, en general, tendríamos qué concluir que son penosas. Con muy pocas excepciones. Por lo contrario, precisamente, Dylan es un grande.
martes 26 de junio de 2007, 11:46 COT
No sé si sería una utopía que un artista logre fama y éxito sólo por su talento, el amor por lo que hace y el afecto de su público, y sin que medien intereses comerciales y hasta políticos. Creo que Daniel es un puritano del arte, muy honrado y sincero por cierto, y al que le cuesta ver la realidad desde un punto de vista pragmático, porque de alguna manera siente que ese pragmatismo termina en utilitarismo, y por ende en la corrupción del arte en este caso, y así entiendo su rechazo al premio de la realeza. Pero pienso que si Dylan pensara y actuara como de pronto lo espera Daniel, terminaría siendo uno de esos artistas nadaístas desadaptados socialmente, y que terminan sólos en alguna pocilga “porque el mundo no los comprende”, y en esa medida me parece mucho mejor el Dylan real que es capaz de convivir con las paradojas de la sociedad sin dejar de ser el mismo.
martes 3 de julio de 2007, 12:57 COT
Esas paradojas no solo se dan en la musica o en el mundo del arte, mientras estamos inmersos en el juego de los intereses creados, en ultimas uno nunca va a saber para quien terminará trabajando. Nada mas pensemos en el termino “pueblo” que es un concepto utilizado por las facciones mas antagonicas. La cosa yo creo que esta en saber hasta donde se esta dispuesto a dejarse utilizar y hasta donde se esta dispuesto a utilizar lo que se le presenta. El utilitarismo es en ultimas algo que no se puede negar, que es mejor reconocerlo, y el artista talentoso debe estar preparado para utilizar y tambien dejarse utilizar un poco evitando siempre que la utilizacion de otros sobre si mismo se transforme en manipulacion.
Por ultimo, aqui se ve mejor la parodia de los simpsons de “enviamos nuestro amor al pozo” con audio latino: http://es.youtube.com/watch?v=fcdW_4Ubb_c
sbado 7 de julio de 2007, 12:47 COT
Increible que las opiniones de una persona sean respondidas con argumentos tan tristes y ad hominem que en definitiva ponen en duda la finalidad de un foro como este. Si no estamos dispuestos a escuchar, qué importa que Dylan cante las porquerias del mundo, solo veremos una pequeña parte de esa porqueria y seguiremos ahogandonos en la nuestra.
viernes 3 de agosto de 2007, 03:23 COT
Tienes razón en muchas cosas, pero Dylan ha firmado canciones muy buenas en los 70s,80s,90s y lo que llevamos de siglo XXI. No obstante, nada hay más peligroso para todo que el fanatismo: impide comprobar cómo avanzamos de la única forma posible, que es equivocándonos. Y tú no eres fanático de nada. Enhorabuena