El valor de la palabra
Artículo destacadoPor Andrea Bernal
jueves 21 de septiembre de 2006 0:02 COT
The Sweet Life, Aaron Bohrod (1963)
Si en algo estamos definitivamente unidos los seres humanos es en la capacidad de usar el lenguaje para expresar y preservar nuestra condición como sujetos de la memoria y de la cultura. Las palabras, consideradas como unidades mínimas del lenguaje, son pedacitos de imágenes, experiencias, tradiciones e identidad de cada persona (no es coincidencia que todos pensamos la propia existencia desde el momento en que aprendemos a hablar). Somos sujetos de palabras.
En este articulo quiero discutir con los lectores de equinoXio tres preocupaciones que tengo alrededor del asunto. Primero, el compromiso entre el decir y el hacer. Segundo, su lugar en los medios como “creadora de mentalidades” y la obligación de usarla responsablemente. Por último, uno de los esfuerzos que hace el gobierno nacional para comunicar ese valor: un proyecto de promoción de lectura en escuelas públicas.
Palabra y verdad
El ser humano (“occidental”) comprometido con su propia palabra es hoy escaso. ¿Decimos que haremos las cosas y realmente las cumplimos? Hemos llegado al lugar en el que para confiar lo necesario es el papel, la firma, el pagaré, etc. ¿La palabra propia carece de valor de verdad? Adelfo Regino Montes comenta:
La palabra es verdadera, según la visión india, cuando hay plena correspondencia entre lo que se dice y lo que se hace. La palabra encuentra verdadero valor cuando se ve reflejada en la realidad. Por eso quizás en muchos rincones indígenas de México, la palabra cumplida sigue siendo regla de oro.
Curiosa e interesante coincidencia: si se busca la relación entre decir y hacer, el tema de la política es inevitable. En Colombia se discute este asunto con las mismas comunidades indígenas, en las campañas presidenciales. Es interesante sentir que las personas pueden confiar las unas en las otras con un simple estrechar de manos y una promesa. Evidentemente, esto no ocurre en el mundo político colombiano.
Frente a 1.500 indígenas procedentes de todo el país reunidos en el Cabildo Indígena Nasa del corregimiento de La María, el candidato presidencial del Polo Democrático Alternativo, Carlos Gaviria, destacó el valor que estas comunidades le dan a la palabra y aseguró que va a rescatar ese valor para el resto de los colombianos.
Palabra y medios de comunicación
El valor de lo dicho por los medios de comunicación en sus diversas formas adquiere a pesar de esta ausencia de valor y verdad en lo personal, un peso importante en la mentalidad moderna (¿contradicción?). Cito una entrada en el blog de Ibrahim Díaz:
Las palabras han sido desde siempre un enigma, más por lo que pueden esconder y por las interpretaciones que suscitan que por el orden de los símbolos que las forman. Al igual que muchas veces infravaloramos gran parte de las características de nuestra privilegiada posición, otras tantas veces damos demasiado importancia a lo que se escribe, lo que se dice o lo que se puede llegar a insinuar. La cultura de masas ha contribuido enormemente a ello, la prensa ha adquirido un poder que es comparable al político y las opiniones de sus líneas editoriales se convierten en las ideas de muchos de los lectores que desde ese momento empiezan a forman parte de un rebaño que se inclina hacia a un lado o hacia otro, la televisión desde sus ondas y satélites transmite una idea errónea del éxito, con receta de consumo rápido y con esfuerzo mínimo y son pocas las excepciones que invitan a reflexionar y a mostrar la realidad.
¿Somos borregos? ¿Cuestionamos la palabra de los medios de comunicación de la misma manera que cuestionamos la del vecino, la del tipo que nos propone el negocio, la del compañero de trabajo? Si es así, preocupa la contradicción. ¿Cómo explicarla? ¿La ley del mínimo esfuerzo es suficiente? Dejo la pregunta abierta para discusión con los lectores.
Palabra y proyectos educativos
A propósito de la crítica en la lectura, en julio de 2005 España donó una importante suma de dinero a la Consejería Presidencial de Proyectos Especiales para el programa El Valor de la Palabra.
La idea del programa es trabajar con los niños de escuelas públicas en 4 y 5 de primaria, para “formar “lectores críticos” ya que por medio de la lectura se “fomenta la libertad de los países, los valores, la democracia, el imperio de la ley, el estado de derecho, la transparencia, los gobernantes sometidos al pueblo que es el que decide, como los son Colombia y España".
Y efectivamente se hizo el trabajo, y para mayo de este año en Cali (entre otras ciudades) la Primera Dama ya mostraba resultados del programa. Claro, ya se presentaban los objetivos de otra manera (más cognitiva y menos política, digamos):
El Programa tiene como objetivo primordial mejorar los hábitos de lectura y fortalecer la comprensión lectora de los estudiantes de 4° y 5° grado de primaria, además quiere contribuir a mejorar el acceso y la calidad en los sistemas educativos, fortalecer las habilidades educativas (Leer, hablar y escuchar) y lectoras (Literal, inferencial y crítico) y promover el desarrollo de competencias ciudadanas por medio del análisis de dilemas morales.
Ya el jueves 1 de junio los resultados eran mucho más concretos:
Durante el evento, la primera Dama tuvo la oportunidad de intercambiar experiencias con los Educadores y conocer además los exitosos resultados que arrojó el proceso, logrando un incremento en la comprensión de lectura de los alumnos de grados 4º y 5º de primaria de las 13 entidades educativas escogidas inicialmente para el desarrollo del programa.
La Consejería de Programas Especiales a través de su delegado, manifestó que seguirá financiando el programa, y buscará aliados para ampliar la cobertura en la Ciudad de Santiago de Cali.
A mi juicio, este tipo de programas tienen éxito limitado en Colombia porque son modelos europeos: aquí la posibilidad de leer debe abrirse campo mas allá de la cartilla o el salón de clase. Proyectos de lectura por medios alternativos deben ser montados para estructurar formas, no de lectura, sino de escritura de la propia realidad, reivindicando el valor de la propia palabra primero, para luego rescatar la ajena. No a la inversa.
Imagen tomada de kids-with-cameras.org
Una alternativa maravillosa que ha tenido eco en Colombia es la de kids-with-cameras.org. La idea de este tipo de proyectos, no tan literal, es rescatar la propia lectura e interpretación de la realidad. Son impresionantes en el desarrollo de seres humanos que asuman una postura critica ante lo dicho por ellos mismos y por quienes les rodean. Además se convierten en estrategias de financiación para la educación de estos pequeños de escasos recursos económicos. ¿Qué más se puede pedir?
jueves 21 de septiembre de 2006, 20:51 COT
Qué buen artículo, Rana. Sobre lo de cuestionar a los medios con el mismo rasero que al resto, es relativo. Hay medios que se ganan la confianza de uno, igual que hay gente que la obtienen, como otros que no. Y lo que propones en el penúltimo párrafo es sensato y pertinente, ala. Deberías escribir más seguido acá.
jueves 21 de septiembre de 2006, 23:09 COT
Lo de formar lectores críticos suena muy bonito. Sin embargo, hay un factor determinante en los planes de animación a la lectura. Es la Biblioteca. Y en esto los profesores tienen la mayor responsabilidad. Porque va a ser muy difícil que los niños adquieran hábitos lectores si en los colegios la Biblioteca es el sitio relegado y más grave cuando a los estudiantes los “mandan castigados” y los obligan a ir a leer en libros obsoletos.
jueves 21 de septiembre de 2006, 23:35 COT
Excelente artículo. Como siempre, expones temas que reivindican nuestro entorno y con éste, de la palabra, sí que más.
La palabra, con el correr de los tiempos se ha diluído hasta el extremo de convertirse en un cascarón que poco y nada significa. Estamos bajo el poder de la palabra light, la sofisticada palabra que le gusta a todo el mundo, así no signifique nada.
La palabra, traficada en exceso, ha sido vendida, prostituida, alquilada, deshilachada y tan sólo sobrevive en esencia en las pequeñas comunidades. Se usa poco y por eso conserva su valor. Y acá, lo que recuerdas, lo resume todo. Un simple estrechar de manos, obliga para siempre.
Sin embargo, y aquí el desarrollo de tu artículo toma un sesgo interesante, la palabra adquiere otra dimensión en los medios. Lo que cotidianamente es un abalorio, en el medio se transforma en una verdad en sí misma, en una verdad verdadera.
Y es que los medios tienen el poder de construir un mundo hecho a su medida. Ellos deciden qué es bueno y qué es malo. Cuándo la gente debe reír y cuándo vale la pena llorar. Trabajan para ellos mismos en pos de que la vida misma gire en torno a ellos.
Curiosamente los blogs, que buscan reflejar su entorno, en la misma medida que son auténticos, que buscan recobrar el valor perdido de la palabra, por esa misma razón no son creíbles. Demasiado simples y directos, para ser verdad.
¿Qué hacer? Tu mirada llega hasta los niños, con razón. Todavía sin la perversióen del mundo adulto deben poder recobrar el valor perdido de las palabras, porque aún no la desgastan, porque aún poseen la suficiente fantasía para enriquecerla cada minuto.
Y aquí el artículo plantea un tema interesante. La palabra no recobra su valía valiéndose de la ajena, sino conociendo la propia, aventurándose en sus recovecos para encontrar su esencia. Sólo de esta manera, descubriendo la palabra propia, entenderemos la ajena.
La conclusión no puede ser mejor.
viernes 22 de septiembre de 2006, 09:53 COT
[…] Animaladas, El valor de la palabra y ¿La izquierda aliada al yihad? (en equinoXio) […]
sbado 23 de septiembre de 2006, 18:54 COT
Jesús ya pedía que la palabra y la acción fueran una sola. Con solamente incorporar en nuestras vidas esta visión del mundo, la existencia personal y nacional sería otra. Creo que no es realista poner el índice sobre los medios de comunicación, manía muy bien heredada en Colombia del presidente Virgilio Barco Vargas. Los medios banalizan unas palabra, a tiempo que solemnizan otras. Y de todo esto se alimentan los chiquillos: de la incoherencia entre lo que dicen y hacen los adultos. Abrazo.
domingo 24 de septiembre de 2006, 15:04 COT
Julián: Gracias por las flores, ve. La verdad es que poco confío en los medios como tales, pero sí reconozco que hay algunas personas que escriben para ellos que tienen mi respeto y mi confianza.
Jaime: Señalas uno de los retos que la nueva generación audiovisual plantea a los educadores. La palabra escrita en el papel es la única manera de leer? Existen otras posibilidades, fuera de la biblioteca. Si eres ciego, puedes leer. Y Borges prueba que también podés escribir. Ésa es la idea.
Marsares: Muchísimas gracias por tus palabras. El asunto de escribir se hace un gusto mayor cuando personas como vos enriquecen el acto con comentarios como los tuyos. Mucha flor, mucha.
Julio: No sé si podamos llegar a ese tipo de existencia coherente. Pero si es bueno entender otras maneras de encontrarle placer a la propia interpretación de la realidad y buscar ojos más críticos de la información que nos bombardea a todos, grandes o chiquitos. Y abrazo de vuelta.
domingo 24 de septiembre de 2006, 19:00 COT
La palabra en época de abuelos sí que tenía valor, ahora es una manipulación y movimiento de intereses creados. Es un llamado a la reflexión por demás este artículo tuyo.
Un abrazo equinoXial.
domingo 24 de septiembre de 2006, 22:43 COT
Evocás eso que llamaban honor, Lully. Ahora eso se menciona en las películas japonesas. Abrazos de vuelta.
martes 26 de septiembre de 2006, 13:03 COT
A propósito de la palabra y los medios de comunicación deberías leerte un artículo que salió en El Malpensante 69 creo que se llama “Saludos desde la América Idiota”, si no lo tienes yo te lo facilito, habla precisamente sobre eso. Esperemos nunca tener que llegar allá, aunque con programas como Factor X, Cambio Xtremo y demás no sé.
Me parece super interesante el programa de lectura que se hace con los niños, pero más allá de eso es también importante después de la lectura hacer un análisis, una crítica “no tragar tan entero, para que esos niños crezcan con una criterio propio, con una identidad, eso nos alejaría de la América Idiota.
Me uno a otros cuando dicen que este artículo está excelente, sólo que toca temas tan delicados, que bien valdría la pena dedicarle más espacio a uno por uno con mayor profundidad. Abrazos
mircoles 27 de septiembre de 2006, 08:46 COT
Espero echarle el anca a esa edición del Malpensante, Bailarina, para discutir esas ideas con vos. (La estuve buscando pero no pude encontrarla en la página preciosa de la revista) Y gracias por tu comentario generoso. ok,
lunes 2 de octubre de 2006, 08:06 COT
Con el permiso de la autora, me voy a permitir alejarme un poco de lo aqui escribio; es decir, convendria revisar un poco aquello que tiene que ver con la responsabilidad social y moral del producir mensajes y no hablo de los medios de comunicacion masiva. Hablo de los mensajes que produce la gente en su vida cotidiana y que muchas veces se lanzan al aire irresponsablemente destruyen algo que desafortunadamente en Colombia, tiene muy poco valor y es la reputacion. La reputacion, el nombre de uno en Colombia es de caucho que se limpia con dinero gracias a la memoria inmediatista de la mayoria y del desconocimiento de la historia.
Entonces, me pregunto si paralelo al proceso de aprender a hablar por uno mismo no se deberia abordar una etica social que forme a quien habla y se haga responsable de lo que dice. Se nota la falta de responsabilidad del colombiano frente a lo que dice cuando empieza a vivir en una sociedad donde la palabra al igual que la reputacion de otra persona.
De igual manera seria conveniente evitar caer la el lenguage de lo politicamente correcto y llamar las cosas por su nombre y no perpetuar el estado de las cosas y la mediocridad detras de una inofensiva sociedad del muto elogio.
Saludos.
domingo 7 de febrero de 2010, 07:26 COT
Felicitaciones por esta manera tan creativa de reflexion.
Ayer escuche algo bueno también sobre la palabra en http://www.jorgenardi.com.ar
jueves 2 de junio de 2011, 13:04 COT
La palabra de un hombre de honor vale más que cualquier documento. En toda época y lugar, por encima de cualquier convención escrita, la confianza en la condición humana se logra por el valor de su palabra. Por eso se afirma que hay que conocer de donde procede la información para ratificar o no su veracidad. Hombres hay para quienes la palabra es sólo retórica, y para otros, la palabra es “HONOR”
Profesor Cecilio Acosta. Venezuela
enviado por Luz Marina Acosta
viernes 18 de noviembre de 2011, 16:03 COT
olas estuvo bn lo k escribistes pero no encuentro my tarea lastima ok sigue asi ok