El final de la era Koizumi
Ciudadano del mundo > ColumnasPor Julián Ortega Martínez
domingo 27 de agosto de 2006 0:35 COT
Por enésima vez, la visita del primer ministro japonés Jun’ichirō Koizumi al santuario Yasukuni ha causado gran molestia en algunos países asiáticos, especialmente en China y Corea del Sur. No obstante, como advierte Brahma Chellaney, el malestar va más allá de la ida del premier al templo, que alberga a los caídos nipones en la Segunda Guerra Mundial, entre ellos 14 criminales de guerra. "Sería tentador para el resto del mundo esbozar un mensaje simplista. Un alto a dichas peregrinaciones, pensaría uno, pondría fin a los antagonismos estratégicos en el este asiático", afirma el profesor del Instituto de Estudios Estratégicos del Center for Policy Research de Nueva Delhi. Todo ello ocurre, además, cuando Koizumi está a pocos días de dejar su cargo, tras cinco años en los que le hizo oposición a su propio partido, el Liberal Democrático (PLD), el mismo que ha ostentado el poder por más de medio siglo (salvo la pausa de 1993-1994, cuando el declive en la economía y el escándalo Recruit les hicieron perder el poder).
Yasukuni y el revisionismo histórico
No es la primera vez que Koizumi ha "provocado" a sus vecinos con sus visitas al polémico templo. A finales del año pasado lo hizo, días después del lanzamiento y aterrizaje de la segunda misión china tripulada al espacio, y meses después de una serie de protestas callejeras por el revisionismo histórico de un sector de la derecha nipona, que publicó un libro de texto que calificaba de "incidente" la atroz masacre de Nankín, ocurrida en 1937. La disculpa de Koizumi calmó los ánimos, pero hoy parece un gesto poco sincero. Para Chellaney, "la realidad es que el revisionismo histórico está siendo usado como una herramienta política no sólo por Japón sino también por aquellos que han hecho de Yasukuni […] un potente símbolo de fricción entre los países. De hecho, el resurgiente nacionalismo se ha convertido en la mayor amenaza al renacimiento de Asia" y sostiene que el santuario es tan sólo un síntoma más de ello, no la causa.
En los años noventa, tras varias décadas de relaciones cordiales entre China y Japón, este último en calidad de máximo proveedor de ayuda a Pekín, algunos comunistas chinos iniciaron una especie de "educación política" en la que traían a la memoria los recuerdos de las atrocidades imperiales japonesas durante la primera mitad del siglo. Esta actitud se replicó en Japón, donde sectores ultranacionalistas han promovido una "revisión" de los textos de historia en un país que, tras la derrota en 1945, accedió a renunciar a la guerra y también a tener un ejército por mandato constitucional. Así, las relaciones entre ambas potencias acabaron por deteriorarse en ese sentido.
La mayoría de los japoneses está en desacuerdo con las peregrinaciones del primer ministro y algunos historiadores de ambos países y de Corea del Sur han unido fuerzas para evitar el revisionismo histórico. A la controversia se ha unido Tarō Asō, ministro de Relaciones Exteriores y uno de los opcionados para suceder a Koizumi, quien afirmó que le gustaría convertir a Yasukuni en un monumento "laico", muy distinto de uno de sus contendores, Shinzō Abe, secretario de prensa de Koizumi y su más probable sucesor, quien defendió al premier pidiéndoles "comprensión" a sus irritados vecinos. Abe visitó el santuario "por su cuenta" en abril pasado. Por su parte, Asō afirmó al lanzar su candidatura que buscaría mejorar las relaciones con sus vecinos asiáticos.
La oposición al propio partido
Koizumi, economista de profesión, logró algunos de sus proyectos más importantes saliéndose de la línea oficialista del todopoderoso PLD. Aunque la cooperación con Estados Unidos ha sido bandera tradicional del partido, Koizumi ha roto la tradición pacifista que caracterizó la política exterior japonesa tras la Segunda Guerra Mundial. Prueba de ello fue el envío de 600 soldados a Iraq en 2003 y cuyo retiro fue anunciado en junio pasado.
Por otro lado, para aliviar la alicaída y convaleciente economía nipona, Koizumi propuso una reforma cuyo eje central era la "mega privatización" del servicio postal, que es a su vez el mayor banco de ahorros del país (US$3 billones -con doce ceros-), el mayor comprador de deuda pública (US$1,3 billones en bonos) y una gigantesca organización de 400.000 funcionarios (la tercera parte de todos los empleados estatales del Japón) y 25.000 oficinas. Esta privatización, corazón de la reforma de la administración de Koizumi, no tuvo un camino fácil en el Parlamento. Tras un tira y afloje con la gente de su propio partido, Koizumi disolvió la Cámara de Representantes en agosto de 2005, cuando la Cámara de los Consejeros rechazó la reforma. En las elecciones de septiembre, Koizumi obtuvo una victoria mayor a la prevista, destrozando las esperanzas de la oposición, lo que permitió que su propuesta fuera aprobada en la Dieta un mes después. La reforma dividió el servicio postal en cuatro empresas (correo, contaduría, ahorros y seguros), cuya privatización se cumplirá en octubre de 2007.
Con privatización o sin ella, la popularidad de Koizumi creció a medida que la economía iba saliendo de la recesión, pero sus intentos de recortar ciertos beneficios a los pensionados, en un país con un gran número de ancianos, le costaron caro en el Parlamento. Además, ciertas propuestas, como la llamada Ley contra la conspiración, se resisten a pasar en la Dieta. El primer ministro, con sus políticas, ha trasladado la base electoral del PLD del campo a las grandes ciudades, convirtiéndolo en el partido de la burocracia y de los grandes conglomerados empresariales. En diciembre de 2005, anunció un plan para promover la igualdad de sexos en los cargos públicos, decisión que tal vez tenga que ver con un problema que ha crecido en los últimos años.
Koizumi también ha insistido en reformar la Ley de la Casa Imperial a fin de permitir el acceso de las mujeres al trono del Crisantemo, debido a la falta de herederos varones en la familia imperial. A pesar de la popularidad de la reforma y de las recomendaciones desde distintas instituciones, los ultraconservadores se han opuesto férreamente. Para completar, la princesa Kiko, cuñada del actual príncipe Naruhito, resultó embarazada por tercera vez y el nacimiento está previsto para septiembre. Kiko, al igual que la atribulada princesa Masako, no ha tenido hijos varones hasta ahora, pero eso podría cambiar en los próximos días. Su prematuro ingreso al hospital ha acrecentado más la expectativa. A raíz del estado de Kiko, Koizumi desistió de plantear la reforma en la Dieta y prefirió esperar al alumbramiento. No se sabe si su sucesor, en caso de que Kiko dé a luz otra niña, se atreva a insistir con el tema.
El Koizumi mediático
Con el look de una rock star, Koizumi ha podido tomar decisiones polémicas, como la de prescindir de la popular ministra de Exteriores Makiko Tanaka, quien en una oportunidad llamó "asshole" ("imbécil") a Bush. Fanático declarado del compositor alemán Richard Wagner, de la banda de metal X Japan, del grupo de pop Morning Musume y de Elvis Presley (su cumpleaños es el mismo día), el carismático primer ministro se ha sabido ganar también a la gente joven. De hecho, Koizumi visitó en junio pasado Graceland, hacienda a la que llegó a bordo del Air Force One en compañía de Bush, luciendo unas gigantescas gafas características del rey del rock and roll y cantando algunos de sus éxitos.
El disidente corazón de león, el "Tony Blair de Japón", posee un manejo casi impecable de los medios, a pesar de los recientes ataques por las visitas al polémico santuario Yasukuni. Por supuesto, además de sus aciertos, logrados mediante mensajes claros y contundentes, el encanto mediático de Koizumi tiene su lado oscuro. El conocido analista político Minoru Morita afirmó recientemente que los periodistas destinados a cubrir los pasos del primer ministro "compiten para halagarlo. Es periodismo feo. No hay nadie en los medios que sea crítico de lo que ha hecho el señor Koizumi. Los críticos en los medios fueron purgados". En otra oportunidad, Morita dijo, tras señalar que sus críticas al primer ministro eran censuradas en los medios masivos nipones, a pesar de ser citado con frecuencia por la prensa extranjera, que algunos ejecutivos televisivos "creían que ellos habían conformado el gabinete del señor Koizumi".
Sea como sea, Koizumi ha dejado una marca indeleble en la política nipona, y en la asiática si se quiere. Amén de una actitud "políticamente incorrecta" en política exterior, tras décadas de autoflagelación y de disculpas por las atrocidades cometidas por el imperialismo japonés durante la Segunda Guerra Mundial, y de apartarse de su partido, tratando quizás de crear un sistema gobierno-oposición, ausente del Japón por más de un siglo, sin duda ha introducido una nueva forma de hacer política, mediante el uso de los medios como instrumento de campaña. Como ha dicho la revista Time, Koizumi ha "arrastrado la política a la era de las celebridades". Un legado bien difícil de superar, pues se requiere carisma, encanto y popularidad, cualidades poco comunes en los políticos japoneses.
domingo 27 de agosto de 2006, 21:10 COT
Didáctico tu artículo, Julián, y relevante en cuanto a que Koizumi se muestra como un “rupturista” de las viejas costumbres. Aquel santuario debería, ciertamente, ser laico, pues jamás China perdonará la invasión japonesa y las secuelas de su mano dura. Y me parece una pena para Masako y Kiko, el asunto de la sucesión al Trono del Crisantemo. Quedan pocos días para saber qué ocurrirá en este caso. Como sea, una huella indeleble dejó Koisumi, y no propiamente por su “pinta” de rock star. Abrazo.
lunes 28 de agosto de 2006, 07:38 COT
La historia, como se ve, no es una ciencia exacta. Gracias por el artículo tan ineresante.
lunes 28 de agosto de 2006, 22:54 COT
Saludos Julián!!
Por lo que se vé, el PLD tiene que replantear ciertas posiciones políticas, si es que quiere evitarse problemas con una segunda “crisis burbuja”, ya que gracias a las políticas de Koizumi (que suenan bastanate neoliberales para el estilo japonés) han hecho mejorar la desestabilizada economía japonesa, pero con altos costos. He ahí la importancia de ser llamado “el Tony Blair asiatico”…
Por cierto, con los gustos que tiene… ¿No nos recuerda a cierto exalcalde, expresidente y exembajador colombiano?
Desde la Clandestinidad Pedagógica…
jueves 31 de agosto de 2006, 16:16 COT
Julio: Muchas gracias por los elogios. Respecto de lo de la sucesión al trono, ya se filtraron los primeros chismes, y parece que no habrá “necesidad” de reformar la ley. Por otro lado, quien suceda a Koizumi, que deja el cargo con un alto índice de popularidad, difícilmente llenará del todo ese vacío e infortunadamente el más opcionado es mucho más “godo” que él. Abrazo para ti también.
Mauricio: De eso no hay duda. Un saludo y gracias a ti.
Buntaro: En mi opinión, no suenan “neoliberales para ser japonesas”, mi querido amigo. La izquierda apenas tiene representación y es algo que difícilmente va a cambiar en el corto plazo. ¿A quién dices que recuerda, a Pastrana? No sé en qué te basas, pero bueno, si tú lo dices… Un saludo.
viernes 1 de septiembre de 2006, 21:54 COT
Tenías razón. Te inspiraste. Un artículos muy bien documentado y con una gran narrativa, rica en hipervínculos.- Un abrazo.
viernes 1 de septiembre de 2006, 23:29 COT
Julián, te luciste con este artículo. Como afirma Víctor, aparte de la fluidez narrativa, se nota de fondo una investigación juiciosa y una comprensión global del panorama político nipón, tal lejano a nosotros, pero tan importante para nuestro futuro. Como siempre, además, los oportunos hipervínculos enriquecen aún más el tema tratado.
martes 5 de septiembre de 2006, 00:32 COT
Saludos Julián!
Pues la verdad creo que en ese sentido tienes razón en decirlo… De por si ya son neoliberales… Provengan de dónde provengan… Si, los movimientos de izquierda siguen siendo minoría (fluctuando entre el 2 y el 5 % de la participación política japonesa) y veo inviable la posibilidad de aumentar su participación…
En cuanto a lo segundo… Si, por sus gustos tiene afinidad con Pastrana… Pero, la verdad sea dicha, Andresito no tiene ni la popularidad ni el carísma de Koizumi políticamente hablando… Y mucho menos el poder de decisión como mandatario…
Un Saludo desde la Clandestinidad Pegagógica…