Reportando el no secuestro desde el Sur de Bogotá

(Fotos: Germán A. Quimbayo / licencia CC-BY)

A eso de las ocho de la mañana me empecé a preparar para cubrir una de las marchas que se programaron hoy para rechazar el secuestro, la cual partía desde la Autopista Sur con Avenida Villavicencio, al suroccidente de Bogotá, con destino final en el Parque Metropolitano El Tunal, para encontrarse con la otra marcha programada para el sur de la ciudad.

El día amenazaba con frío y lluvia, pero el sol salía tímidamente, al igual que yo a la marcha. ¿Por qué digo que tímidamente? Estaba algo prevenido con esta marcha, pues nuevamente siento que la propaganda oficial oculta la complejidad del problema del secuestro en Colombia, sin nombrar otro problema como lo constituye la desaparición forzada, que si miramos sin sesgos políticos vendría a ser casi lo mismo. Se suma a ello que en este país la inequidad social se ve hasta en el drama del secuestro: existen secuestrados de primera, segunda y hasta quinta clase. Qué horror.

A veces hasta uno se cree el cuentico de la “aguja hipodérmica” supuestamente aplicada por el régimen de turno hacia el pueblo, para hacer creer una sola versión de la realidad. Pese a que es un craso error pensar que los únicos que secuestran en Colombia son las cínicas FARC, también es cierto que de una u otra forma es admirable como el país se ha movilizado contundentemente a rechazar esa execrable e inhumana práctica que ni los animales no humanos la considerarían aplicar y cuyo fiel exponente es dicha guerrilla. Desde muy adentro (y como dicen, la procesión se lleva adentro) y, reitero, de forma algo tímida me solidaricé con esta movilización. Me movilicé por un país que lleva secuestrado durante mucho tiempo y de distintas formas, especialmente si hablamos de un secuestro ya de tipo mental y político.

Pero bueno, volviendo al reporte, salí de mi casa en bicicleta y llegué al punto de encuentro 10 minutos antes de las 9 de la mañana, hora en que supuestamente la marcha iniciaría. Vi cierta cantidad de gente, pero no tanta como la que esperaba. De hecho había más personal de la fuerza pública y en general del apoyo al plan de contingencia (Misión Bogotá, Defensa Civil, etc.). Sin embargo la gente iba llegando poco a poco, cumpliendo una de las costumbres colombianas más célebres, la impuntualidad.

Mientras iniciaba capté algunas “curiosidades” entre los marchantes, participantes y curiosos. Como era de esperarse había grupos de personas abordando a la gente con planillas para el “apoyo para la relección (sic) de Uribe”, lo cual me pareció una falta de respeto y un oportunismo el tenaz, pero obviamente hubo quién firmara. Vi camisetas similares a la marcha del cuatro de febrero y otras con algunos diseños mejorados como “Jaque mate al secuestro”. También observé pruebas fehacientes de un fanatismo mesiánico pro-gobiernista que asusta aparte de las dichosas firmas. Una imagen vale más que mil palabras:

Finalmente me encontré, entre toda esa maraña de curiosos y fanáticos, con algunos familiares de secuestrados y desaparecidos. Pese a que a una de esas personas fue abordada por cámaras de varios medios, estos personajes son los que menos roban show, pero finalmente son protagonistas de primer orden de este drama.

La marcha inició una hora después de lo estipulado, es decir a las diez. En ese instante me había ubicado estratégicamente en un puente peatonal para registrar el inicio de esta movilización. Los gritos no se hicieron esperar, rechazo total al secuestro. Libertad, libertad!, gritaban algunos, no más secuestros, no más FARC, gritaban otros, en fin cantos de una u otra forma similares a los escuchados el pasado cuatro de febrero. Un tímido ¡no a la guerra! escuché por ahí, pero en general era unánime el rechazo al secuestro como crimen de guerra. Eso me pareció chévere; obvio, no faltaban los cánticos de siempre y gente haciendo alusión a propaganda oficial, pero era algo menor, no tan pesado como suele verse en otros puntos como el centro o la carrera séptima, es decir, polarización política extrema. Esta gente estaba realmente calmada y animada.

En mi “ciclo-móvil” (mis piernas y mi bicicleta, le ganaron varias tomas a los de Caracol TV, jeje) iba buscando a ver que me encontraba durante el trayecto por la Avenida Villavicencio. Alcancé ir hasta el Parque El Tunal a eso de las 10 y 40 de la mañana a ver que pasaba por allá, pero el lugar de encuentro aún estaba con poca gente, aunque estaba montado ya todo el sonido para recibir a los marchantes.

Regresé hacia la Villavicencio por ese sector oriental de Ciudad Bolívar que vi bastante animado en sus calles durante la jornada. Hasta varias caravanas de automotores con la Virgen del Carmen se unieron a la movilización. Fué curioso. Había mucha gente en las calles, con camisetas blancas o con mensajes esperando unirse a la marcha que había salido desde la Autopista Sur.

Cada vez la marcha crecía más y más. Entre esas personas que aguardaban encontré mensajes muy esperanzadores y un poco más aterrizados sobre el secuestro y en sí el conflicto colombiano. Cantos como: “¡por la paz, porque somos colombianos exigimos: libertad, por la paz, la igualdad y la justicia social!” hacían diferencia entre los habituales cánticos no secuestro.

A esta caravana la acompañé antes de que llegara a la entrada del Portal Tunal de Transmilenio. Posteriormente di un vistazo por el Parque del mismo nombre, y ya había arribado la marcha que había salido del sector del barrio Olaya Herrera. Mucha fiesta y música al ritmo del ahora amenizador de fiestas nacionales, Juanes. El sol tibio calentaba a la multitud que se congregaba en este espacio.

Arriba: Familiares de Constantino y Adriano Gómez, desaparecidos. Abajo: Pancarta con la foto de Luis Alfredo Rodríguez, desaparecido en San José del Guaviare desde 1993

Regresando a mi casa, pensaba, "bueno, se acaba esto, ¿y qué?" Lo triste es ver cómo casi no hubo rechazo al resto de actores armados que cometen secuestros en Colombia, como el ELN, los grupos paramilitares o las bandas delictivas que usan este crímen como arma extorsiva. Y reitero, creo que se hubiese aprovechado para rechazar a todos esos hampones y hacer sentir que en este país todos los secuestrados son víctimas, sin importar si tienen un valor o estatus “político”.

Mucha gente consideró esta marcha más como una actividad para pasarla rico en familia el 20 de julio o por que es el evento más publicitado del momento, sin realmente ponerse la mano en el corazón por el drama que significa el secuestro y la desaparición. Eso solo lo hacen las personas que han sido víctimas o dimensionan la crudeza que impone la guerra en nuestra sociedad. Pese a ver y sentir algunos gestos conmovedores, fue una marcha más, nada del otro mundo. Histórica por el despliegue, quizá. Pero es una anécdota más de lo bonito que nos vemos “marchando” y cuando amanecemos al otro día vemos como nuestra cotidianeidad no cambia.

Al margen, me parece un despropósito pensar que este país se arreglará a punta de justificar los medios sin importar nada para solucionar las cosas. Tenemos un Gobierno, que pese a que pueda tener buenas intenciones para derrotar a las FARC y desmontar su negocio criminal e inhumano, se esté pasando por encima de la ley y la ética nacional e internacional. No me gusta como se establece un proyecto político que lastimosamente tiene acogida y sin darnos cuenta nos está socavando en una era oscura y maquiavélica, en donde la verdadera democracia está siendo desmoronada. Lastimosamente siempre las víctimas más vulnerables del conflicto son las que pagan los platos rotos.

Al parecer la aguja hipodérmica a la cual me refería líneas arriba, en realidad no existe. Sin embargo su contenido ya lo tenemos vaciado e incrustado en nuestra naturaleza colombiana de justificar y excusar que hay actos criminales buenos y malos, cuando todo acto criminal de por sí no se puede tolerar. Ojalá ese deseo de paz que se refleja hoy en todos los monitores del país, no sea tan efímero y vacío. Ojalá quedé algo de esperanza pura para salir de este atolladero.

¡Que los liberen a todos!

¡Que Colombia se libere de su drama de violencia!

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